Tribuna

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Pedro Manuel Salado de Alba

El 5 de febrero de 2012, perdía la vida en una lejana y hermosa playa de Ecuador el chiclanero Pedro Manuel Salado de Alba, tras salvar de un mar embravecido a siete niños pertenecientes a la Escuela Santa María de Nazaret de Quinindé, donde ejercía de manera ejemplar su labor de misionero. Fue libremente... un héroe. Tras conocer la hazaña de este hombre bueno, el Ayuntamiento de Chiclana decide iniciar el proceso de concesión de la Medalla de Oro de la ciudad, a título póstumo, a este hermano de la Familia Eclesial del Hogar del Nazaret. Esta distinción, uno de los más altos honores que puede otorgar el pueblo de Chiclana, se entregará a su familia en un acto solemne, que tendrá lugar el próximo 6 de diciembre, Día de la Constitución Española, y al que están invitados todos sus conciudadanos.

He de reconocer que, como juez instructor del expediente de esta Medalla de Oro, al iniciar este proceso, desconocía completamente la figura de Pedro Manuel. Poco a poco, a través de testimonios de sus allegados, comienzo a descubrir a un ser humano excepcional, a una persona honrada, de una humildad exquisita, profundamente sencilla, que ha marcado la vida de cuantos lo han conocido.

De forma abnegada y silenciosa como sólo los grandes saben hacerlo, Pedro Manuel, sin quererlo, fue dando ejemplo de entrega, generosidad y solidaridad en todos sus destinos. Primero, de joven, en Chiclana, más tarde en Córdoba, ciudad en la que dejó una gran huella, y por último en Ecuador, donde certificó su grandeza de corazón. El testimonio que transmite este chiclanero habla de acontecimientos pequeños, concretos, de dar el justo valor a las cosas, habla de vida cotidiana, con sus sufrimientos y sus renuncias, con sus alegrías y sus dichas. Habla de compromiso y habla, sobre todo, de esperanza y confianza en que el ser humano es capaz con amor de transformar la realidad que le rodea.

El próximo jueves será un día memorable para todos los chiclaneros, una jornada que pasará a la historia, porque conmemoramos el Día de la Constitución, esa carta magna en la que están recogidos todos nuestros derechos y deberes, y entregamos la medalla de oro de la ciudad a esta persona que eligió y asumió el reto de humanizar su paso por la vida, luchó por ello y lo logró. Esta distinción representa también un homenaje, el homenaje del pueblo de Chiclana, a todas aquellas personas que, como Pedro Manuel, anónimamente trabajan por los demás, de forma altruista, sin esperar nada a cambio. Pedro Manuel dio su propia vida, murió exhausto por salvar a los niños.

Recojamos, pues, su herencia y la de tantos desconocidos, y comprometámonos todos a preservar y transmitir a las generaciones presentes y futuras su ejemplo. Sin duda, contribuiremos a conseguir un futuro mejor.

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