EN estos días, en la calle, en la prensa, en el café de las ocho, en el mercado, en mi barrio, se viene hablando, opinando y discutiendo el tema de la peatonalización del casco histórico, recogida en el actual documento del Plan Especial de Protección y Reforma Interior del Conjunto Histórico y Entorno (PEPRICHyE) de El Puerto de Santa María.

Si bien es cierto que no todas las voces que escuché eran de urbanistas, ni de arquitectos, ni tan siquiera a veces de profesionales del sector; eran más importantes aún si cabe, eran de la ciudadanía, de las personas de a pie que, curiosamente protestaba por la peatonalización de "su centro".

La recuperación de los cascos históricos y el polémico proceso de peatonalización de los mismos se convierten para la ciudad de El Puerto de Santa María en un problema complejo y discutido. La gran extensión de este centro histórico hace que de la peatonalización del mismo se derive un problema más grave aún como es la necesidad de circulación vial en tan amplia distancia.

No basta con saber que la peatonalización de la "historia" beneficia a su conservación. Hace falta estudiar el sitio y los casos concretos. Y la ciudad de El Puerto de Santa María es un ejemplo atípico y complejo, por tener un casco histórico extenso que necesita no sólo de una circulación alrededor de éste, sino también de unos ejes interiores que puedan satisfacer en alguna medida la necesaria circulación de vehículos.

El centro histórico portuense ha sido siempre una zona vivida y funcional, pero las actualmente inexistentes intervenciones municipales en él, su olvido ante los barrios que lo componen y su falta de actuación urbanística sólida han llevado a la zona a vivir una de las etapas más críticas, protagonizada por un abandono poblacional y una falta de interés comercial hacia la zona.

Proponer una peatonalización tan extensa en un solo documento, proponer ese vacío circulatorio de vehículos no residentes, proponer esa política de aparcamientos (éste es un tema que bien merecería otra tribuna) hacen que los correctos instrumentos urbanísticos se conviertan en una tortura para la ciudadanía de manos de un gobierno municipal que, con este PEPRICHyE, muestra una vez más la falta de delicadeza hacia la zona más histórica de la ciudad y la falta de estudio, planificación viable y, por supuesto, participación ciudadana, hacia los temas urbanísticos en general.

La peatonalización es buena, pero en su justa medida. La peatonalización llevada al punto al que el gobierno actual la quiere llevar no hará más que agravar la difícil situación actual del comercio en la zona, la despoblación de los barrios más autóctonos de la ciudad y el declive de la restauración más popular.

Personalmente y como profesional del sector, permítanme decirles una vez más que la peatonalización es buena, pero no tal cual; no sin una política de revitalización del comercio, así como de la repoblación y del transporte público; no con una política de aparcamientos que potencia la huída del consumidor y de la población a las grandes superficies comerciales y periferias entre otros factores; no. No, así no es buena, en absoluto.

Quisiera aprovechar la oportunidad que se me brinda para recordarle al señor alcalde Enrique Moresco cuáles son los problemas reales de El Puerto de Santa María, del Casco Histórico en concreto y para exigirle, como ciudadana, que en estos seis meses que le restan hasta las próximas elecciones municipales abandone los proyectos virtuales y se centre más en la participación ciudadana, en la revitalización del comercio, en la rehabilitación de las cientos de viviendas abandonadas, la potenciación de la inversión en el casco histórico, el apoyo al buen transporte público, etc.

No se puede ni se debe hacer oídos sordos ante estas conversaciones de "a pie". No se puede ni se debe dejar la participación ciudadana al mero relleno de una alegación que a saber si será tenida en cuenta o no. En definitiva, no se puede ni se debe colocar el sillón de la alcaldía tan lejos del banco de la plaza.