LA financiación de los partidos políticos está en el punto de mira de la Justicia tras conocerse los supuestos manejos de Bárcenas y la contabilidad B del Partido Popular a base de cuantiosas donaciones anónimas y de pago de sobresueldos a sus dirigentes. Pero no sólo es la Justicia, también la opinión pública asiste indignada al ver cómo las instituciones que teóricamente deben canalizar las aspiraciones de la sociedad se convierten en herméticas maquinarias, en las que rigen códigos propios de sociedades secretas, que nada tienen que ver con la transparencia y la democracia. Por todo ello resulta patético el caso que los diputados del Parlamento andaluz hacen a la comisión que ellos mismos crearon hace más de veinte años para fiscalizar las cuentas de los partidos allí representados y establecer reglas que asegurasen su limpieza. En estas dos décadas la comisión ha ido del escándalo Filesa, que en los años 90 afectó a la financiación irregular del PSOE, al escándalo Bárcenas, que hace referencia a la del PP, sin hacer absolutamente nada. O mejor dicho, haciendo algo: burlarse de los ciudadanos andaluces. Como informábamos el pasado lunes en estas páginas, la comisión se creó en 1992 y desde entonces el total de sus reuniones suma 61 minutos; una hora y un minuto para poner la lupa sobre las finanzas de 21 años de actuación política. ¿Y a qué han dedicado sus señorías la mayor parte de esa hora? Pues a repartirse los cargos de la comisión a lo largo de las diferentes legislaturas, porque, eso sí, la presidencia, la vicepresidencia y la secretaría de esa comisión reciben un complemento salarial, lo que lleva a sospechar con una sólida base argumental que ése es el verdadero fin de que este órgano continúe existiendo al cabo de los años a pesar de su manifiesta incompetencia. La última reunión se celebró el pasado 27 de junio y pasó totalmente desapercibida: duró un minuto y en ella se aprobó por asentimiento el cambio de presidente: de un diputado del PSOE a una diputada del mismo partido. El hecho de que en esas fechas la tormenta del caso Bárcenas estuviera descargando con intensidad parece que no provocó especial reacción en los diputados que la componen, que, al parecer, nada tienen que hacer o que decir sobre la cuestión que los convoca. Éste es un ejemplo de falta de seriedad en el Parlamento andaluz que viene a sumarse a otros casos, como el de la subida secreta de las dietas, y que demuestra que algo hay que cambiar en el Hospital de las Cinco Llagas. O es un problema de reglamento o lo es de actitud de los diputados. El presidente de la Cámara no puede, como viene haciendo, mirar para otro lado como si no fuera con él.

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