Yo te digo mi verdad

Pasión y muerte

El fundador de esta religión fundamental no señaló a las procesiones cuando dijo "haced esto en conmemoración mía"

Es para mí incomprensible que alguien dedique su vida, o buena parte de ella y sus anhelos, a lucir una cofradía, a devanarse el seso con qué adorno le sentará mejor a su imagen titular o a cómo conseguir mucho dinero para cambiar un palio. Pero no me resulta más incomprensible que hacer de un equipo de fútbol el centro de tus afanes y el fiel que indicará hacia dónde se inclina la balanza de tu felicidad. O que la fiebre que lleva a otros a perseguir por la superficie mundial los conciertos de su grupo musical favorito. Las pasiones son individuales y como tales, corresponden a cada uno gestionarlas y, si les parece, 'morir con' esto o lo otro.

Pende sobre la Semana Santa andaluza, o más bien sobre la peculiar forma de celebrarla, más de un estigma, entre los que no es el menor el de su expresión invasiva. Es decir y por ejemplo, que cuando ocupan las calles lo hacen a lo grande, forzando ruidos que otros llaman música, aglomeraciones y cortes de circulación, molestísimos para los que no participan de esa expresión desatada o directamente la odian, algo a lo que también, por cierto, estos tienen derecho, igual que a largarse de la ciudad si pueden y quieren. Pero estas molestias no son mayores que las que ocasionan, verbigracia, los sanfermines, la tomatina y los mismos carnavales.

Soy mucho más descreído que creyente, así que por lo tanto, siendo nada partidario de otras prácticas religiosas como los rezos, misas, sacrificios mortificadores y prohibiciones incomprensibles, aprecio en lo que vale lo excesivo de la inmensa y coral representación orgiástica que supone la Semana Santa andaluza. Ya sé, cómo no, que todo eso no tiene nada que ver con el Evangelio. El fundador de esta religión fundamental no señaló a las procesiones cuando dijo "haced esto en conmemoración mía", ni dio instrucciones para que se recordara de manera tan estruendosa su pasión y muerte. Tal vez el pueblo andaluz supo ver en todo ese padecimiento mucha más materia dramática y verdadera que en la casi clandestina y poco creíble resurrección del tercer día.

Ahora que la pandemia ha forzado la suspensión de los desfiles procesionales, que han marcado desde siglos el inicio de la primavera, yo, que desde la inocente infancia nunca he corrido detrás de ellas para ver salidas ni madrugado para ver recogidas, siento que falta este hito entre estaciones, algo que señale el deseado cambio y el ritmo de los calendarios.

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