Paseo del Vendaval

La cuestión a dirimir sería: ¿por qué hay tantas palmeras en Cádiz? Esto no es un oasis del desierto

Como el alcalde González se ha ido a los campamentos saharauis, junto al primer teniente Martín Vila, ya que su presencia era imprescindible, la gente se dedica a hablar del tiempo. Se ha caído en Cádiz hasta alguna palmera (de las de verdad, no de las que recomienda Pepe Monforte) y el otro estaba de viaje institucional. Mientras David Navarro emprende otro viaje institucional, a Costa Rica, para que Cádiz consiga la capitalidad iberoamericana del Carnaval. Son días de asuntos serios, de relaciones internacionales, y nosotros aquí con estos pelos, con una alerta naranja por viento y fenómenos costeros. El mismo día en que el delegado del Gobierno, Antonio Sanz, dice que van a invertir 20 millones en arreglos de playas, aunque todavía se están desarreglando, con estos oleajes y ventoleras joías. Antes eran de poniente y ahora de levante.

Vamos a elucubrar sobre algunas cuestiones que preocupan a los gaditanos estos días. Por ejemplo, la gente dice: ¿por qué hay tantos temporales?, ¿quién tiene la culpa?, ¿es el calentamiento global? Adelanto que no se conocen las respuestas. La naturaleza es muy caprichosa. El mundo está lleno de gafes, aspecto que nunca se tiene en cuenta. Imaginen, la culpa puede ser de Donald Trump. Desde que llegó ese gachó a la presidencia de los EEUU vamos de temporal en temporal. Y en España nunca se sabe: en febrero, estaban hablando en los telediarios de la pertinaz sequía y los pantanos más vacíos que nunca. Y, un mes después, estaban en los telediarios hablando de las inundaciones y los pantanos a tope largando agüita. Ahora se habla de las crecidas de los ríos, como el Ebro, que se han agravado con los pantanos que están desembalsando, y que son los mismos que estaban vacíos en la pertinaz sequía de hace dos meses.

En cuanto al viento, en Cádiz siempre los hubo. Los viajes de catamaranes a El Puerto y Rota son suspendidos varias veces al trimestre. Existe un lugar, a veces poco idílico, que se llama el Paseo del Vendaval. Está por detrás de la Cárcel de Iberoamérica, y el nombre no se lo pusieron por casualidad. Allí castigan los temporales, a lo bestia, desde antes de que Rajoy llegara a la Moncloa. En cuanto a las palmeras sanas, a todos los alcaldes se le han caído algunas, y no hace falta ir al Sahara para eso. La cuestión a dirimir sería: ¿por qué hay tantas palmeras en Cádiz? Esto no es un oasis del desierto.

La gente habla del tiempo cuando hay un vacío de poder, y porque este año todavía no se ha disfrutado de un gran día de playa. El levante nos pone a todos atacados.

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