MÁS de 50 líderes internacionales marcharon ayer por las calles de París junto a cerca de un millón y medio de personas en una manifestación sin precedente en la capital francesa por su número y por su carácter global contra el terrorismo yihadista y a favor de la libertad de expresión. La fuerza del pueblo francés y la alta presencia internacional han constituido una respuesta sin matices a la matanza de 17 personas durante los últimos días en París. Y ha sido especialmente significativa la asistencia de todos los líderes europeos y de destacados dirigentes de estados de mayoría musulmana, como el de Jordania y el de la Autoridad Nacional Palestina. Marruecos dio sus condolencias pero no marchó en la manifestación por la presencia de pancartas con caricaturas de Mahoma. Es edificante ver juntos a Netanyahu y Abbas, a Merkel y Hollande. Sin embargo, ahora hay que trabajar para prevenir más atentados, lo que pasa por la mejora de la coordinación entre las fuerzas policiales de los distintos países y por las medidas para evitar el reclutamiento de europeos por parte del Al Qaeda y del Estado Islámico. En este sentido, es necesario que los países dispongan de un fichero común de personas que entren o salgan de Iraq y Siria, el territorio bélico donde el Estado Islámico ha creado el califato expansionista desde donde se lanzan proclamas contra Europa. Del mismo modo, el Parlamento Europeo debe atender a la llamada de los gobiernos, que le piden que desbloquee el listado común de pasajeros que entran y salen, por avión, de la Unión Europea. Certificado que los combatientes europeos que están en Siria e Iraq pueden terminar atentando en sus países de origen, se hace necesario detectar su vuelta para tomar cuantas medidas sean necesarias. Además, y como quedó constatado ayer en París en la reunión de los ministros de Interior, hay que reforzar el control de las fronteras y los mensajes en internet, que es el campo utilizado para el reclutamiento de los yihadistas. Este reforzamiento policial y de la inteligencia debe venir acompañado de una nueva estrategia diplomática en Oriente Próximo, una importante zona del planeta que ha caído en el caos y donde los extremistas encuentran el apoyo de facciones políticas de algunos países musulmanes. Pero todo esto no basta. El mensaje de París es que las libertades sobre las que se asientan las democracias occidentales no son negociables, no caben los pasos atrás ni las veleidades con culturas que, en el fondo, restringen los derechos humanos, a ello hay que responder con un no, que no van a condicionar nuestro sistema de valores.

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