Paridad por decreto

La tajante división entre dos sexos solamente, ¿no era retrógrada?

Me encantaría llevar boina para comentar la actualidad con pasmo elemental, hecho de sentido común e ironía sutil. Puestos a pedir, la boina de Josep Pla, para pasmarme en buena prosa. La propuesta de Carmen Calvo de imponer por ley la paridad en los órganos directivos de las empresas hace que uno, cazurro, se rasque su boina virtual diez veces.

1) ¿No crea alrededor de todas las mujeres una contraproducente sospecha de cuota, cuando tantas son excelentes directivas sin necesidad de ley alguna? 2) Si hubiese menos mujeres, como dicen ciertos estudios, que desean ser directivas (ya saben: horarios infernales, estrés multiplicado, hipertensas reuniones…), ¿cómo se equilibraría la oferta, se les pagaría más, se les exigiría menos?

3) La tajante división entre dos sexos, ¿no era retrógrada? 4) ¿Se fomentará una especie de transexualismo laboral? Suena ridículo, pero a ver si la parodia de Con faldas y a lo loco va a devenir profética.

5) En buena técnica jurídica, habría que imponer otras discriminaciones positivas por raza, religión, edad, opinión, etc. (art. 14 C. E.) 6) Aunque pongamos que, por el pansexualismo que nos embriaga, nos quedamos sólo con la paridad sexual, vale: ¿no habría, al menos, que extenderla a todas las profesiones por simetría y equidad? ¿Qué pasará entonces con la minería o la pesca de altura? 7) Y en las profesiones mayoritariamente femeninas, como las sanitarias, las de administración de justicia o las educativas, ¿se exigirá igualmente la paridad? 8) ¿Alguien ha calculado el escalón cronológico? Si en ciertas profesiones hay más hombres que mujeres y ahora hay que equilibrarlos, por cada hombre que se jubile ha de entrar una mujer, que será, ¡naturalmente!, más joven. Se creará una nueva diferencia, esta vez por edades, que tendrá que ser compensada más adelante, y así sucesivamente.

9) Si nos ceñimos a los órganos directivos, como quiere Calvo, resulta todo bastante más sencillo, claro. Pero esa limitación a la cúspide, ¿no está teñida de un inconsciente clasismo y de una valoración de la dignidad del trabajo transida de obsesión por el poder?

10) También habría que calcular el socavón vocacional. Todas estas intervenciones, perturban la libertad personal, y dificultan más que cada cual escoja el trabajo deseado, con el coste en satisfacción y en eficiencia que eso implica. La libertad nos liberaría de todos estos líos, pero eso no, ¿no?

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