La tribuna

León Lasa

Paraguay: una isla rodeada de tierra

UN viaje. ¿Existe el Paraguay, esa nación que ni siquiera aparece en las guías turísticas, fedatarias contemporáneas de lo que es y no es? ¿O se trata de una invención del imaginario guaraní, como la isla de San Borondón (el San Brandan irlandés) lo es del canario? Para intentar demostrar que no me refería a una quimera, no hace tanto -¿o sí?- una apuesta con un amigo me llevó a visitar la zona más aislada del país más atrancado de toda Suramérica. Como prueba de la existencia real del Paraguay me haría una foto a la entrada de Mariscal Estigarribia, capital perdida y alejada, con apenas dos mil habitantes, del Chaco Boreal, una región mayor que Andalucía. Antes de esa travesía tuve ocasión de bajar a la ciudad de Trinidad, en el extremo sur del territorio, y visitar lo que queda de las magníficas Misiones Jesuíticas de Santísima Trinidad del Paraná y Jesús de Tavarangue, hoy Patrimonio de la Humanidad. Allí, durante los siglos XVII y XVIII, los seguidores de la Compañía de Jesús realizaron, hasta su expulsión, una labor educadora de los indios guaraníes que, quizá, no ha sido ensalzada en su justa medida y que la película La Misión reflejó con bastante acierto. En mi camino por el Chaco pude convivir durante un par de semanas con los mennonitas de origen centroeuropeo instalados allí, en medio de la estepa, y comprobar cómo con esfuerzo y trabajo han doblegado una naturaleza ciertamente hostil. Llegué a Mariscal Estigarribia, donde acababa la trocha asfaltada. Me hice la foto. Más allá, hasta la frontera con Bolivia, a cientos de kilómetros, la nada.

La política. Paraguay existe. A pesar de su retraimiento, de su incomunicación, de la guerra devastadora de la Triple Alianza, de sus dictaduras. Es un país hermoso, casi tropical, atravesado por ríos como el Paraná o el Paraguay que, navegables, lo comunican con el océano Atlántico, rompiendo un poco esa sensación de isla interior, rodeada de tierra, que desprende. Con una superficie algo inferior a la de España, su población roza los seis millones de habitantes, concentrados en la mitad meridional. El Chaco, con sus palmares y quebrachos, sigue siendo un espacio vacío en el que únicamente habitan esos mennonitas incansables, algunas tribus guaraníes y los militares que miran de reojo a Bolivia. Recientemente, el pueblo paraguayo ha puesto fin a más de sesenta años de Gobierno del Partido Colorado -con la tiranía casi eterna de Sroessner o con los dirigentes títeres que le siguieron- al elegir como presidente de la República al religioso Fernando Lugo, que lideraba una alianza de partidos opositores y movimientos sociales. El ex obispo tomó posesión de su cargo en Asunción hace pocos días, prometiendo austeridad y gobernar para los más débiles. En qué derive el Gobierno de Lugo es un enigma incluso para los más cercanos, aunque la sombra de Chávez, que ya le ha prometido "todo el petróleo que necesite", planea como la de un ave sobre el lago Ypacaray.

El futuro. Es seguro que Lugo no se convertirá en un trasunto del dictador Francia, retratado magistralmente por Roa Bastos en el libro Yo El Supremo, pero el trabajo que tiene por delante es titánico si quiere contentar a quienes le han votado sin alimentar las iras de quienes no lo han hecho. Las desigualdades sociales son clamorosas, incluso para los estándares de América Latina, y se calcula que el 1% de la población es propietaria de casi el 80% de la tierra cultivable. Las invasiones de fincas al estilo brasileño han proliferado en los últimos años, con decenas de muertos entre los campesinos, y es propósito del nuevo mandatario repartir tierras entre algunas de esas trescientas mil familias de aldeanos desposeídos. En otro orden de cosas, Lugo ya ha anunciado que está decidido a renegociar con Brasil los términos del contrato de suministro de la electricidad que genera la faraónica presa de Itaipú, aunque los brasileños no parecen dispuestos a ello, lógicamente. Según los términos del actual acuerdo, Paraguay tiene que vender a Brasil a un precio muy por debajo del de mercado la cuota que le corresponde de electricidad producida por la presa y no utilizada. Y, de momento, aunque unos de sus principales asesores en materia económica es el Premio Nobel norteamericano Joseph Stiglitz, entre los primeros pasos dados por el antiguo obispo se encuentra la firma de doce Acuerdos de Colaboración con Venezuela en materias que van desde la seguridad energética hasta la atención y protección de los niños de la calle. La gran duda es si Lugo va a estar más cercano al socialismo liberal de la chilena Bachelet o al populista-bolivarista de Chávez, Morales o Correa. No tardaremos mucho en saberlo.

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