Paquita fue la primera maestra de la EGB en Salesianos, la encargada de cimentar y consolidar aquel primer aprendizaje que llegó en los parvulitos de la mano de Loli y Chiruca, las dos profesoras de la excelente academia que con el nombre de San Jorge se levantaba en la calle Huerta del Obispo. Y de Paquita, que por muchas razones fue una maestra especial, llegaron malas noticias hace unos días. Su muerte apenas vino a corroborar esa extraña e intuitiva sensación de pérdida que se produce cuando hace mucho tiempo, demasiado, que no te cruzas con una persona con la que antes te parabas por la calle. Piensas que ya nunca más te llamará Antonio ni saludará a tu familia, y entonces recuerdas que en verdad fue una adelantada de su tiempo que llamaba a sus alumnos por su nombre y no por sus apellidos, y que cimentó el edificio educativo con la siempre perdurable y fiable argamasa que forman las letras y los números.

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