Pan y agua

Aunque parezca increíble, no ser medievales, tiene algunas ventajas

Los columnistas quisiéramos tener una grandísima influencia política, pero me alegra no tenerla. Así puedo decir lo que sería mejor que hicieran los que no me gustan, con la tranquilidad de que no lo harán. Por ejemplo, lo que tendría que ocurrir para que Pedro Sánchez constituyese su gobierno; aunque yo pienso, con Antonio Machado que, entre hacer las cosas bien y hacerlas fatal, hay un justo medio, que es no hacerlas. Para un gobierno de Sánchez con los nacionalistas y los populistas, estamos mejor sin gobierno.

Sin embargo, estoy precisamente en Viterbo, en el mismo palacio donde entre 1268 y 1271 tenían que elegir nuevo Papa. Los cardenales no conseguían ponerse de acuerdo, y los habitantes de Viterbo inventaron el procedimiento de encerrarlos con llave (cum clave) hasta que no cumplieran su misión. Había nacido el primer "cónclave". Comprenderán que es muy difícil resistirse a la tentación del paralelismo.

Dicen que Vox es un partido extremo, pero lo único que ha propuesto es que los diputados no cobren hasta que no cumplan con su trabajo, ¡y los nacionalistas, cómo no, se han rasgado las vestiduras! Bien les está discutir la soberanía nacional, pero ni hablar de no cobrar de la Hacienda nacional. En el siglo XIII no se andaban con tantos miramientos como Vox, partido muy suavizado por la socialdemocracia ambiente. Les echaron la llave en una sala bastante pequeña, y los dejaron a pan y agua. Los frugales cardenales (a pesar de la fama pantagruélica del medioevo) seguían sin elegir un Papa. Uno de ellos, Juan de Toledo (que era inglés, pero había estudiado medicina en España) gastó la bromita de que quizá convendría quitar el techo para que la inspiración del Espíritu Santo entrase sin impedimentos. Los viterbenses, que estaban hartos de pagarles el sueldo y el sustento, se lo tomaron al pie de la letra. Levantaron el techo. Los cardenales quedaron expuestos al sol, la lluvia y el relente, refugiados en improvisadas tiendas de campaña. Y aún así tardaron lo suyo en escoger al Papa.

Eran gente ruda, que sabía cuánto se jugaban ellos y sus almas. Me temo que nuestros diputados no aguantaban ni medio mes con medio sueldo. De ponerlos a pan y agua, encerrados y en tiendas de campaña, ni hablamos. Seguro que llegaban a un acuerdo enseguida y nos colaban a Pedro Sánchez cuatro años. Disfrutamos, por lo tanto, de una ventajilla sobrevenida por no ser medievales.

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