Palomas hasta en la sopa

'The New York Times' y la prensa internacional ya se han enterado de que Cádiz es como un palomar

El animalismo se puso de moda en Cádiz, por lo que ya sabemos. Aquí no hay toros, aquí no hay circos con elefantes y leones, aquí no hay mulos rocieros. Aquí no se mata una mosca, ni se caza un ratón, ni se estruja una cucaracha. Aquí los animales son bienvenidos. Aquí los animales están acostumbrados a andar como Pedro por su casa. Y así pasa lo que pasa, que cada vez hay más animales y menos gaditanos. Ya a cualquiera que defienda los festejos taurinos, la caza, la pesca y el tiro de pichón, o compre en una carnicería o en una pescadería, lo consideran votante de Vox. Los anticapitalistas han superado a San Francisco de Asís y San Antonio Abad en el amor a los animales. Cualquier día los veremos bendiciendo palomas en la puerta del Ayuntamiento.

Las palomas se han crecido. Las palomas responden al mandato bíblico: creced y multiplicaos. Ese es el problema estructural de Cádiz, que ni crecemos, ni nos multiplicamos. Antes en el Carnaval cantaban piropos a las gaditanas, incluso sin bastinazos, pero ya nadie se atreve. Y así, como no se comen un pimiento, cada vez hay menos gaditanos y gaditanas. Pero como las palomas van a lo suyo, pues siguen multiplicándose. Llegará un momento en que habrá 100 palomas por cada gaditano o gaditana.

Es como una plaga bíblica. En el Antiguo Testamento cuentan varios casos. A Cádiz parece que han venido todas las palomas que sobraban por ahí. Se habrán enterado por las mensajeras, y les habrán comentado que aquí las tratan como a unas reinas. Los hosteleros están mosqueados, porque se cargan los veladores. Tanto quejarse de los veladores y ya ven: las palomas se los han cargado, como aves turismófobas que son. Al turista lo bombardean en caso de diarrea, y tan a gusto que se quedan. Y a huir...

Las palomas se han crecido y nadie sabe como ha sido. En su campaña contra el turismo, no sólo van a la plaza de la Catedral. En verano se están apoderando de las playas. En el Balneario se juntan con las gaviotas, que son aves marineras, y que eran las predilectas de la anterior alcaldesa. Al actual alcalde no le gustan las gaviotas, al revés, las quería echar a sabiendas, pero sólo del Ayuntamiento. En la playa, las palomas se juntan con las gaviotas y se ponen moradas. Algunas se comen los bocadillos al vuelo, a nada que te despistes. Y a huir…

Según parece, The New York Times y la prensa internacional ya se ha enterado de que Cádiz es como un palomar. Puede que eso atraiga un nuevo turismo de ornitólogos. O que vengan más palomas y palomos.

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