Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Palcos

Da igual qué palco, lo importante es colarse para sentarse y sentirse parte de la casta de privilegiados que no pagan

Quien no haya estado de gañote en un palco no es nadie. Da igual qué palco, lo importante es colarse para sentarse y sentirse parte de la casta de privilegiados que no pagan , a pesar de lo cual ven el espectáculo en lugar preferente, personas importantes. Si uno es aficionado al carnaval, el palco del Falla, preferible el municipal, pero se admite también los palcos adyacentes al del Ayuntamiento, no es lo mismo pero es parecido. Desde que existe el concurso hay colaos, con Vicente Verbena, con Piñero, con Mariscal, con Guerrero, con Vicente Sánchez, con Romay y con Cazalilla. Excepción hecha del tiempo de Pepe Mena siempre ha habido gañotazos. Para los aficionados a la Semana Santa, el palco de la Junta de Cofradías en el Palillero, que parece sacado de la película Ivanhoe, solo faltan los caballeros lanza en ristre. Cuando Jorge Moreno diseñó el Nuevo Carranza, ahora Nuevo Mirandilla, puso el palco más grande de la Liga de Fútbol Profesional, para más de 400 personas. Ahí tienen cabida amigos, familiares, compromisos, colegas, autoridades y todo lo imaginable en materia de gañotazo. Hasta Paco Cabaña, que ya no es nadie, encuentra acomodo por la cara. El cadista sin cuelo en el palco es un pringao, pague 90 euros en fondo o 700 en tribuna. En el Concert Music Irene García tenía dos palcos fruto de la generosa subvención concedida por la Diputación, donde iban los compromisos de la entonces presidenta . Para ver la Sail GP, que los finos llaman "seil yipí" , se habilitaron tres palcos: Ayuntamiento, Junta y Diputación, donde el cuelo tenía que ver con la simpatía política con el partido que manda en cada institución, aunque la gente verdaderamente importante iba en diferentes barcos para no tener que juntarse con la chusma. Ahora bien, para palcos, los de las Carreras de Caballos de Sanlúcar, con los pijos vestidos de blanco con sombrero alejados del populacho a quienes les queda la arena para ver la carrera. Como es un espectáculo más social que deportivo, la gente va para que les saquen fotos y demostrar que están entre los elegidos, con esos apellidos compuestos atendidos por sanluqueños con nombre de una marca de manzanilla. Luego está Antonio Sanz y Mercedes Colombo, que están en todos los palcos, tienen esa habilidad. Sean el carnaval, el Cádiz, la Semana Santa, los caballos, los conciertos o lo que sea menester. Omnipresentes, siempre delante de un photocall para demostrar lo que es el poder y la influencia de la política. Muchas veces acompañados por una corte de pelotillas llevadores de maletas a quienes luego se les compensa con algún cargo público o un puesto de asesor, a vivir que son dos días. Una pena que el bar El Palco ya no exista.

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