Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Paladares gaditanos

El auge de la gastronomía también ha traído consigo la explosión de los paladares. Un paladar cosmopolita

Hubo un tiempo en el que se pedía un Chiclana de barril o un Valdepeñas. La gente iba a esos baches antiguos con largos mostradores de madera donde solo servían vino, como el Pedrín,el Nicanor o el Gavilán. Si acaso Don Miguel te ponía dos aceitunas por cabeza en La Manzanilla, que las sacaba ya contadas. "Qué fatiga pasaron los tajás, cuando se prohibió, la venta del alcohol vaya que sí, que sí señor". La gente tomaba en su casa Savin o Don Simón y si era un día especial un Campo Viejo. De ahí se pasó al Beronia, el Potros o el Cune y ahora ya nadie toma vino así dicho, sin más. El Valdepeñas pasó directamente al olvido y ya no oigo a nadie pedir un Chiclana. "Yo conozco a uno que un domingo se tiró, más de media hora con la nariz aplastá, en la cerradura del bache de Nicanor". Ahora piden un oloroso seco, un palo cortado, una manzanilla en rama. Si pides un tinto en un bar tienes que decir la denominación de origen y la añada: un rivera de crianza ¿qué marca tiene? Ha subido el nivel de vida de los españoles por mucha indignación que tengamos ante la crisis, por mucha que nos mosquee si se han congelado las pensiones, si no se ha puesto una renta universal, si algunos catalanes se quieren ir o si el Gobierno solo rescata banca y nunca a las personas. Cuando se juntan a comer un grupo de amigos hay una parte recurrente que es la conversación sobre vinos: si este ha estado tanto tiempo en barrica, si este tiene dos robles, si este es de un pago situado junto al de Vega Sicilia. Incluso en la provincia de Cádiz han empezado a circular vinos que deben ser de esos que ahora se llaman "Premium" y antes eran caros, sin más. Ahora te aconsejan tal vino que está a buen precio en el Mercadona o te ofrecen el número de teléfono de tal bodega de Valladolid que te llevan a casa una caja con vino sin etiquetar pero de alto nivel como si fuera Pago de Carrovejas.

El auge de la gastronomía española también ha traído consigo la explosión de los paladares: el que antes se tomaba un tinto de verano o un calimocho ahora ha adquirido un paladar refinado y cosmopolita. Incluso se atreve a hablar de los tintos chilenos, australianos o sudafricanos, de la uva que se usa en California o si se puede mezclar la palomino , las características de la Cabernet Sauvignon y el retrogusto de la Shyraz. Abrir una botella de vino es un ritual : escanciar una copa , dejarla respirar y tomar el primer trago es toda una liturgia, un momento mágico. Una muestra palpable de cómo ha mejorado España y de que la crisis es un invento de los radicales esos de Podemos.

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