Calle Ancha

Alberto Ramos / Santana

Pactos, alianzas, tripartitos...

ENTRE las actitudes políticas que menos comprenden los ciudadanos son los pactos políticos entre partidos de signos ideológicos opuestos. Desde los inicios del vigente régimen democrático, ya se dieron pactos entre grupos para desbancar a un determinado partido que, aun siendo el vencedor en las elecciones no había logrado la mayoría absoluta. Basta recordar como en Cádiz el llamado "pacto de izquierdas" entre el PSOE, el PC y el PSA, llevó a la alcaldía a Carlos Díaz, desbancando a Pedro Valdecantos, candidato de UCD que había sido el partido más votado. Desde entonces, los pactos entre agrupaciones de izquierda, o de derecha, se han repetido desoyendo en cierta forma los resultados electorales, pero también con cierta lógica: la unión para gobernar de partidos de características y programas semejantes sigue, en cierta forma, el mandato de los votantes que con matices han optado por una determinada ideología y forma de hacer las cosas. Si esto, como digo, tiene cierta lógica, lo que es verdaderamente poco comprensible es que las alianzas las hagan partidos de pensamiento contrapuesto. Y sin embargo, como las brujas, "haylas".

Sobre todo tras las elecciones municipales, nos estamos habituando a ver pactos entre partidos tan alejados en su planteamiento ideológico como Izquierda Unida y el Partido Popular, alianzas que, además, casi siempre las justifican con una frase acuñada que se repite sin rubor: "por higiene democrática". Una higiene que, al parecer, sólo se aplica en la localidad donde se suscribe el pacto, pues puede que uno de los partidos firmantes de la alianza suscriba otra con el partido desbancado en otra institución, "por higiene democrática". No hay que mirar muy lejos. En la Bahía de Cádiz tenemos ejemplos de alianzas de IU con el PSOE y con el PP, en menos de treinta kilómetros de distancia. Dicen los expertos que la política local es un mundo aparte, pero incluso así, sorprenden estas extrañas alianzas.

El caso de Chiclana es paradigmático. Los candidatos electos de IU desoyendo el mandato de la dirección de la coalición de izquierdas, pactan con el candidato del PP, al que durante la campaña pusieron de limpio, suman los votos de los dos grupos andalucistas, y se apropian de la alcaldía. Ahora la ruptura del cuatripartito propicia una posible moción de censura y la posibilidad de que el PSOE, que fue el partido más votado, recupere el gobierno municipal. Y los que antes hablaban de "higiene democrática" denuncian que esa moción de censura es una traición al voto de los ciudadanos. Y se quedan tan panchos. Pero no sólo eso, sabiendo que pueden perder el poder, despilfarran dinero público pagando campañas publicitarias de autobombo. Alguien debería exigirles que las pagaran de su bolsillo.

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