Hubo una vez un subdelegado del Gobierno que, ante las grandes retenciones de tráfico para entrar en Cádiz, pidió a los ciudadanos que se levantaran un poco antes, que no se quedaran remoloneando en la cama, para no llegar a lo justo al trabajo. Y un concejal de limpieza que no consideraba que la ciudad estuviese sucia, sino que dijo que estaba más usada. O aquel edil de fiestas que después de arder una carroza en la cabalgata de carnaval, aseguró que era ignífuga. Todas fueron declaraciones a la prensa, declaraciones originales que buscaban eludir responsabilidades en lugar de gestionar para evitar los problemas. Y el ayuntamiento ha perdido la ocasión de emitir un bando para pedir a los gaditanos que abran de par en par sus ventanas por las noches y acerquen a ellas sus arbolitos de Navidad para que iluminen las calles. Habría sido original y se habría hecho viral, que es como se llaman ahora las cosas importantes.

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