Desde mi cierro

Pedro Mª González Tuero

Olores y sabores

Sí, mi sabroso lector, este título corresponde en parte al de un libro recientemente publicado, precioso libro diría, por uno de nuestros grandes cocineros, José Oneto, paisano y coterráneo, admirado amigo y vecino. Es decir, cañaílla por los cuatro costados, aunque también, en una gran parte, ciudadano jiennense durante un importante tiempo. Ese título, que huele tan bien y sabe deliciosamente, es "Memorias de una Isla de olores y sabores. Evocación de cien platos de la cocina popular y tradicional isleña".

Después de degustar y masticar su lectura, nos queda el regusto de lo bien hecho, de lo que se ha cocinado bien o de algo que se ha ido elaborando con mucho tacto y amor para que salga exquisito. En su punto, ni más ni menos hecho. Lo que al final permanece, como arte e ingenio que es, es el buen gusto. Excelente en su contenido por la numerosísima cantidad de platos presentados, sugerentes de una época que aún se recuerda, de aromas cercanos y con el sabor que todavía rezuma en los labios. Porque es nuestra Isla, que diría, y es mejor así, modesta y humilde, que no presume de lo que sabe, que no quiere hacerse notar por no ofender, que posee como en tantas cosas ese duende y ese misterio tan suyos, a veces y muchas no reconocidas, pero siempre latentes. Por eso, Pepe Oneto es un ingrediente más de esta Isla nuestra. Tan artista como tantos que han dado su nombre a este pueblo, aunque no lo reconozcamos, ni el ciudadano de a pie, ni -es lo más triste- nuestros munícipes de siempre, porque nunca se lo han creído o porque -se creen- no es lo más rentable. La Isla, en las manos de los que esté, será siempre algo muy principal y duradera, o en el pensamiento o en sus costumbres.

Y a lo que iba, hay que adquirir y luego acariciar este libro. Ponerlo en práctica y saborearlo. Sus magníficas recetas, personalizadas por Oneto, donde en cada una da su historia y motivos, son desde su lectura, nada más que exquisitas. Esos arroces con ostiones, o con sus almejas "del ojo", los alcauciles con chícharos y habas, las anguilas de esteros en amarillo, castañas pilongas con habichuelas, fideos con caballa, la morena en adobo, poleá con coscorrones, la ropa vieja, el bienmesabe en sobrehúsa, la lisa de estero o el tradicional puchero, son una pequeñísima muestra de este oloroso libro. Porque todo esto conforma una cultura y una historia nuestras difícil de soslayar. Una Isla que sabe tanto, además de saber tan bien.

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