Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Merendar es un verbo que cada día se utiliza menos y, por si fuera poco, se "conjuga" mal con dulces de esos chungaletas, de dos por tres, que no sabes muy bien si saben a melocotón o a Varon Dandy.

Por eso la apertura de una pastelería siempre es una buena noticia para una ciudad. Es como si a la palabra merendar se le pusiera un nuevo salvavidas. En la ciudad de Cádiz ha abierto una nueva pastelería. Ha sido en la barriada de Loreto y el que la ha puesto en marcha es un maestro pastelero de esos que se sabe el oficio, de los que conoce el secreto de las sultanas, de los que sabe la diferencia entre lo dulce y lo empalagoso y domina el arte de los bizcochos esponjosos y las milhojas crujientes.

El pastelero se llama Pepe Rueda. Durante más de 40 años fue uno de los que hacían los dulces de La Gloria, incluidas sus famosas ensaimadas. Cuando la centenaria empresa cerró, Pepe era su maestro pastelero. Su mérito es grande. Cerca ya de los sesenta no se ha marchado a casa a esperar la jubilación sino que ha decidido poner negocio propio (emprender es una cosa cursilísima que me niego a decir). Lo ha hecho además junto a su hija Carmen, que ya estuvo también en La Gloria varios años.

Aunque La Gloria no haya resucitado, si, gracias a Pepe, resucitan muchos de los sabores que hemos conocido de esta pastelería, una de las primeras, por cierto, que se atrevió con aquello de los picos con aromas, cuando puso en el mercado unos revolucionarios picos de ajonjolí, adelantándose a las tendencias en muchos años.

Afortunadamente parece que abren nuevas pastelerías, lo que es una gran noticia, porque estamos muy necesitados de noticias dulces. Hace unas semanas también abría en la población de Castellar, en el Campo de Gibraltar, Gastrokook, una iniciativa de dos jóvenes formados en la Escuela de Hostelería de San Roque. En Cádiz, también hace pocos meses, se ponía en marcha una panadería artesanal, alejada de los puntos de pan caliente, el pan de Aida en la antigua calle Londres.

Parece que hay iniciativas, gente con ganas, que quiere seguir ayudándonos a conjugar el verbo merendar en todos los modos y tiempos.

Ahora llega el turno de nosotros, los ciudadanos, el turno de respaldar estas iniciativas y no hay mejor manera de hacerlo que ir a comprar dulces a estas pastelerías artesanales. Los negocios no viven de "me gusta" en Facebook y de enhorabuenas por la calle. La mejor y única manera de respaldar a estos artesanos es ir a comprar dulces y dejarse ya de tanta porquería de dos por tres. El mundo necesita más dulces y menos lenguaje edulcorado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios