La firma invitada

Guillermo Vilches Cocoví

Nuevos apuntes sobre la crisis

ENTRADOS ya en el 2011, llevamos tres años de crisis en nuestro país y no se observan en el horizonte nuevas medidas efectivas del Gobierno de nuestro país para la reactivación de la economía que nos hagan resurgir del caos tan profundo en que nos encontramos. El pasado año por estas fechas me publicó este Diario un artículo titulado Apuntes sobre la crisis inmobiliaria, en el que comentaba posibles soluciones de sentido común para abordar el excesivo parque inmobiliario en poder de las entidades financieras, que las ahogan y no permiten el flujo de créditos necesario para reactivar la economía, y para que se pueda sacar de la crisis a miles de empresarios, trabajadores autónomos, profesionales y obreros en general de nuestro país.

Un año después, estamos peor, no se ha mejorado la economía y han seguido desapareciendo empresas y autónomos, con el consiguiente aumento de desempleo. Las Administraciones han dejado de tener los ingresos a los que estaban tan bien acostumbradas, han continuado con el tren de gastos de los mejores tiempos y no han reducido lo más mínimo sus estructuras. Cualquier empresa privada que no haya desaparecido, ha reducido sus gastos considerablemente, perfilando una nueva estructura general, con control y refinanciación de su deuda, adaptándose a los nuevos tiempos que corren.

No se entiende cómo los partidos políticos no acometen seriamente la reforma estructural del Estado español en su totalidad, con el adelgazamiento de todas las Administraciones públicas, estatales, autonómicas, provinciales y municipales. Sabemos todos que nuestro país no puede sostener económicamente la organización del Estado que nuestros políticos nos han creado en los últimos años. Europa nos está reclamando que cambiemos el rumbo, antes de que nos lo impongan como a otros países. Pero, claro, parece que a nuestros políticos no les interesa prescindir de tantos gobiernos paralelos que tenemos en la actualidad, son puestos de trabajo para ellos y medios de poder, tanto para los que ahora están como para los que vengan en las próximas elecciones. La clase política en nuestro país está en la actualidad muy desprestigiada ante la ciudadanía, que es a la que hay que atender y oír. Asimismo, tampoco se entiende cómo con el poder que tienen los medios de comunicación, no cuestionan lo suficiente para de alguna manera influir en nuestro país a que se acometa una profunda reforma del Estado e igualarnos a países como Alemania, con una estructura de Estado mucho más económica, con la mitad de funcionarios y el doble de población que nosotros. La ciudadanía en general, si se hiciese un sondeo serio a nivel nacional y autonómico, sin influencias de los poderes dominantes, apoyaría estos argumentos y ello exigiría la clase política a ponerse a trabajar en una nueva organización de nuestro Estado, modificando si es necesario la Constitución.

Estamos en un año de elecciones y oiremos tanto por la izquierda como por la derecha en multitud de mítines, conferencias y reuniones preelectorales un sinfín de buenas palabras e intenciones que los diferentes medios de comunicación nos irán contando. Pero, desgraciadamente, y a la vista de cómo están actuando, anteponiendo antes sus intereses electorales a los de la ciudadanía, se quedarán en el aire una vez concluidas las elecciones y ocupados sus puestos los políticos. Lo que se necesita en estos momentos de crisis es una reflexión seria, con actuaciones consensuadas en todos los partidos políticos para una mejor organización del Estado, de las Autonomías, de las Provincias y de los Municipios, como aquellos antiguos Pactos de la Moncloa de hace más de 30 años, eliminando aquellas instituciones que sean obsoletas. No se trata de perder las Autonomías, sino de ganar en eficiencia en costes con leyes igualatorias para todas ellas, tan necesarias para trabajar como un solo país, no como 17 países diferentes, con leyes diferentes y con 17 gobiernos paralelos al del Estado, con todo lo que ello conlleva de marañas de administraciones, de exceso de costes y de confusiones al administrado. Es el momento de tomar las decisiones consensuadas, antes que nos hundamos en nuestra crisis y no podamos levantarnos solos.

A la vista de todo lo anterior, y como ejemplo posible en la provincia donde vivo y trabajo, que es Cádiz, se podría soñar con la deseada históricamente 'Ciudad de la Bahía de Cádiz', con la unión de los municipios que la componen. Sería una solución posible con el consenso de los políticos, que tendrían que ponerse de acuerdo en renuncias, y con la constitución de un solo municipio con un solo gobierno. Sería una ciudad con gran futuro y economía de medios.

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