Agosto ha comenzado a nublarse. El cielo parece contradecir al verano y las bajas presiones se convierten en borrascas: gota fría para los entendidos, chaparrones para el común de los mortales. Manta de agua a trompicones que empapa el aire y esa pegajosa humedad que alimenta la sensación de calor pese a que los rayos solares se esconden esperando días más luminosos. Los nublados son traicioneros porque pillan con los paraguas en los trasteros y los chubasqueros en lo más recóndito de los armarios. Son como los nublados de la mente, que confunden al personal tanto que algunos convierten en política una manifestación que se presume unitaria, social y humana. Lástima de mezclar churras con merinas, lástima de reunir en el mismo redil a todos los tipos de oveja mientras los lobos acechan la granja sabiendo que los pastores no se ponen de acuerdo. Lástima de este inoportuno nublado de agosto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios