La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Nubarrones en la economía

El gasto social previsto en 2022 se basa en un crecimiento que no se va a producir, y a menos crecimiento, menos ingresos

España no está en quiebra, como pintaba Pablo Casado en el Congreso, con esa brocha gorda, apocalíptica e irresponsable que estropea su labor de oposición. La misma que le hace manipular a su favor cualquier ruido que vaya contra Pedro Sánchez, como el abucheo en la Fiesta Nacional, que Casado interpretó como "la respuesta de la calle" al presidente del Gobierno. ¿De la calle de España o de unos cuantos energúmenos de Madrid?

No estamos en bancarrota, no, pero sí en bastantes apuros. Desde que se empezaron a diseñar los Presupuestos del Estado para 2022 bajo la euforia del éxito de la vacunación, el maná de los fondos europeos y la desactivación aparente del conflicto catalán, hasta la entrega del proyecto presupuestario en el Congreso, el miércoles, han pasado algunas cosas que matizan estas cuentas, si es que no las ponen en peligro.

Las cuentas son extraordinariamente optimistas. El gasto social es el mayor de la historia, pero se sustenta en unos ingresos sobredimensionados. Se basan en un nivel de crecimiento económico que tanto el FMI como la autoridad fiscal nacional y el Banco de España ya han avisado que no se va a producir. ¿Por qué? Por la crecida inesperada de la inflación desde hace meses, por el retraso en la llegada de los fondos solidarios de Europa, por la megacrisis de la factura de la luz -que Pedro Sánchez ha querido conjurar con una promesa muy arriesgada y por los problemas en los suministros industriales.

A menos crecimiento, menos empleo y menos recaudación fiscal. Si el gasto comprometido no se reduce a fin de no empeorar la situación de la gente más vulnerable y los ingresos, como digo, corren riesgo de caer, la única salida sería bajar poco el déficit y la deuda pública: lo contrario de lo que espera la Unión Europea y de lo que será forzoso en 2023, cuando vuelvan por obligación las políticas de responsabilidad fiscal. También habrá que empezar a pagar la parte de la ayuda europea que llegará en forma de préstamo, no de subvención. Quizás la resaca de esta fiesta de ahora resulte demasiado gravosa.

Normalmente tiendo al optimismo, a ver la botella medio llena y a considerar que cualquier tiempo pasado fue peor. Ahora no estoy seguro de nada. Sobre todo, por la coincidencia temporal de un contexto desfavorable y lleno de aristas con una clase dirigente tribal y mediocre. Dos acicates para que se creen tormentas.

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