puente de ureña

Rafael / Duarte

Nihilismos del Diez

EL diez se acabó. El año diez, digo. Sin embargo, a pesar de los fastos y nefastos días acabo leyendo, evocando, rememorando a Antonio Alcalá Galiano, cuyas Memorias de un Anciano, libro que se encontraba en la extinta biblioteca Lobo, y en el que matizaba Alcalá aquello de "la Isla geográfica dividida de la tierra firme por un brazo de mar sobre el cual corre el Puente Suazo, no tenía nombre". A pesar de la hipálage por patas advierte que la voz "isla gaditana" sólo empezó a ser usada entonces, por lo que tendríamos un bicentenario lingüístico, también. Alcalá desestima la importancia del bloqueo ya que el sitio era protegido por la naturaleza y los accidentes naturales, escribiendo que "así, mal puede llamarse sitio o a un bloqueo lo que hacían los franceses respecto a la desde entonces llamada Isla Gaditana". Y no valora muy bien a nuestro teatro, en el que durante el inicio de las sesiones de cortes, él da como fecha un 28 de septiembre, cuando acude a las mismas el Duque de Orleans con uniforme de General del Ejército Español en la sesión en que será humillado, describe al Teatro así: "se apeó en la puerta del teatro, pero no en la principal, sino en la del vestuario, estrecha y mezquina como lo era todo en aquel pobre edificio." Y matiza que " hasta febrero de 2011, no vinieron las Cortes a Cádiz y los gaditanos no pudimos estar de continuo en la Isla, donde no abundaban los alojamientos y los buenos escaseaban." Y respecto al cuadro de apertura de Las Cortes, reproducido y representado hasta la saciedad social nos advierte: Hoy en un cuadro, de gran mérito por otra parte, destinado a representar la apertura de las Cortes de 1810 se ven españoles de aquellos días pintados no con el traje que usaban sino con el de los franceses de quince años antes o digamos de la Convención y tal vez del Directorio o del Consejo de los Quinientos.

Son maticillos históricos, perlas de nihilismo que nos recuerdan que la Isla, genio y figura, siempre tuvo Salmanazares y masmarrillas en perfecta proporción, acidulando épocas y sombras, heroísmos y cobardías, peroratas y ringorrangos que nunca luce el pero ni el pelo a gusto de todos y donde los genes del enanito Adrastea ya aparecen juramentando actos, actas y epactas contra maese Fyfy y sus ayudantes, avant la lettre y merde alors, un contrasentido si se lee a fondo…

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