Crónica personal

Pilar / cernuda /

Mujeres

MONICA Lewinskyi no se resigna. La becaria más famosa del mundo estuvo a punto de hacer caer al entonces hombre más poderoso del mundo, Bill Clinton, que cometió el error de mentir a la opinión pública, delito mucho más grave -al menos en Estados Unidos- que el de mantener relaciones sexuales con la persona indebida. Lewinsky sacó buena tajada del asunto aunque al principio iba de víctima; ganó buenos dineros por contar su historia, sacaba a colación el famoso vestido azul cuando decaía el interés y luego trató de tomar un camino distinto creando una línea de bolsos con su nombre, fue un fracaso. Ahora, pasados veinte años, ha encontrado un buen motivo para equilibrar su cuenta corriente aprovechando que Hillary Clinton puede ser candidata a la presidencia, así que vuelve Monica a hacer acto de presencia con un artículo contando sus relaciones con el ex presidente.

A las mujeres que andan por los cincuenta y sesenta les ha costado mucho ser valoradas por sí mismas, han tenido que demostrar mucha más sabiduría y formación que los hombres para acceder a determinados puestos, han luchado para que no se las vea como señoras de o hijas de, y se han visto obligadas a presentar una trayectoria personal y profesional intachable no ya para encontrar un trabajo cualificado, sino simplemente para que fueran seleccionadas para mantener la entrevista previa al trabajo cualificado.

A esa generación de mujeres, las Monicas Lewinsky de turno les revientan, como les revientan que alguien pueda pensar que defienden sus derechos, esos que tanto les costó lograr, un grupo de mujeres con el torso desnudo en el que se han pintado epítetos insultantes contra el hombre o la mujer a la que pretenden agredir. Como les revientan las mujeres que mienten presentándose como víctimas de malos tratos, cuando son tantas las que de verdad los sufren y a veces no se las cree porque lo cuentan mejor las impostoras; como les revientan las profesionales de la nada que hacen fortuna aireando su intimidad aunque sea falsa, en lugar de trabajar en lo que sepan y puedan.

Y a algunas de las mujeres de esa generación les incomoda que en esta campaña electoral algunos partidos centren los asuntos que preocupan a las mujeres en la reforma de la ley de la ley del aborto -en la que desde luego no ha estado acertado Gallardón- como si sólo de esa reforma dependiera su derecho a la libertad, o el derecho a decidir.

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