punto de vista

José Ramón Del Río

Mujeres

SUPONGO que, como a mí, a usted le habrá impresionado profundamente que a Malala Yusufzai, activista paquistaní, la hayan tiroteado talibanes de su país por defender la educación femenina y que haya sido por un pretendido cumplimento de la Ley Islámica (la sharia). Mientras se debate entre la vida y la muerte, en la flor de la edad, me vienen a la memoria otras mujeres que en las últimas fechas han adquirido notoriedad periodística, por sucesos bien distintos y que cada uno valorará según le parezca. Esas otras mujeres han sido Esperanza Aguirre, que ha dimitido de su cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid alegando razones personales, y la concejal del PSOE Olvido Hormigos, que fue conocida en toda España por el vídeo de contenido erótico que se autograbó con su teléfono con destinatario incierto y que se difundió en las redes sociales, sin su permiso y, según ella, por sus rivales políticos del PP.

Se preguntará usted por qué menciono conjuntamente a tres mujeres que han adquirido notoriedad pública por razones bien distintas, y es porque quiero contraponer la importancia distinta de la mujer en el mundo occidental, con un trato casi igual al de los hombres, del que se les reserva, en general, en el mundo islámico. Una casi niña tiroteada por considerar que las mujeres de su país tienen derecho a la educación; una política, que llega a los más altos puestos, porque fue ministra, presidenta del Senado y presidenta de una comunidad autónoma y, en fin, una señora que en el mundo islámico, según la Ley coránica, hubiera sido lapidada y que aquí fue defendida por compañeros de partido, no tiene más coincidencia que la de pertenecer al mismo sexo, pero que sus sociedades tratan de modo distinto.

Tampoco podemos presumir los occidentales de nuestro trato a las mujeres. Por un solo voto el Concilio de Trento les reconoció que tenían alma y hasta 1933 no pudieron votar.En el Código Civil que yo estudié la mujer menor de 25 años no podía abandonar el hogar paterno más que para casarse o entrar en religión y en el régimen económico patrimonial todos los derechos eran para el esposo. No se sabe de dónde hemos sacado los varones que la mujer es diferente e inferior a nosotros. Lo de diferente está claro y, salvo algún raro caso de hermafroditismo, no puede ser objeto de discusión. Lo de inferior debe ser un invento masculino, con base en el relato bíblico de que procede de la costilla de Adán y que, por ello, es un accesorio de algo principal. Son ellas las que han reivindicado su papel y han contribuido al progreso de la sociedad occidental. Se demuestra, una vez más, que la educación es el factor que más contribuye al desarrollo.

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