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Mr. Marshall en el Cádiz

Vizcaíno ha esperado y se ha ahorrado que metieran al norteamericano en los repertorios del Carnaval

Se nota que Manuel Vizcaíno, aunque sea sevillano, se va enterando de cómo es Cádiz. Ha esperado a que pase el domingo de Piñata para confirmar que un inversor norteamericano, de cuyo nombre no quiero acordarme, ha comprado un paquete minoritario de acciones del Cádiz CF, para contribuir a su expansión. De este modo, Vizcaíno se ha ahorrado que metieran al norteamericano en los repertorios del Carnaval, tanto los del COAC, como los ilegales callejeros. Todo el mundo le hubiera dedicado un cuplé a este Míster Marshall, bienvenido a Carranza. Un nombre que luce ese estadio, con permiso de Martín Vila, que está más ocupado con eliminar la memoria de Pemán.

Mientras unos se distraen cambiando los nombres, otros buscan inversores. ¡Ay, si Victoria Rodríguez buscara inversores norteamericanos para la Zona Franca! Pero aquí el Míster Marshall ha venido para suplir la marcha de Torrot, que se anunciaba en las camisetas del Cádiz, como si ya existiera la fábrica. Hasta ahora nadie ha explicado si el americano bienvenido se anunciará en las camisetas. Es lo primero que hacen todos los que aterrizan en Cádiz.

Acordarse de los tiempos de Gaucci y de Sinergy. Vino a Cádiz un japonés, que se hizo una foto en un San Fernando-Cádiz con una bufanda. En eso, la verdad es que hemos mejorado, porque el domingo jugó el San Fernando contra el filial del Cádiz, y no se vio a ningún japonés con bufanda. Aquel japonés resultó ser el dueño de los relojes Gaga Milano (marca auténtica, no era de cachondeo), que durante cierto tiempo se exhibió en esas camisetas. Después se comprobó que Sinergy era un camelo. Había venido a Cádiz como todos. A ver qué pescan.

Y ahora, el inversor norteamericano, que lo trae Vizcaíno. Se nota que el alcalde Kichi está desencantado, después de que vino el embajador de Cátar, y fue para nada. Después casi se cargan las corbetas de Arabia Saudí para Navantia, que es de lo poco que ha llegado de verdad. Y de Venezuela sólo han venido para hacerse fotos delante del monumento de Simón Bolívar.

A los norteamericanos en Cádiz los han tratado regular. Los compañeros de Martín Vila organizan todos los años una marcha contra la Base de Rota. Para esos compañeros, los norteamericanos son los diablos de Lucifer capitalista, y no les quitan la memoria histórica de la Base de Rota porque no pueden. Ahora los norteamericanos se han fijado en el Cádiz CF. Sólo faltaría que el Míster Marshall fuera un amigote de Donald Trump. ¿A dónde vamos a parar?

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