No sé si a ustedes les ha pasado lo mismo que a mí, pero en estos días yo he encontrado muchos motivos para estar alegre. Motivos muy variados. Solo señalaré alguno.

Un motivo de gozo, esperado desde hacía muchos años, fue que el pasado 14 de octubre Francisco declarara santos al papa Pablo VI y a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, San Romero de América, como era conocido desde hace décadas el pastor mártir salvadoreño. Proponer al mundo como modelos de santidad, es decir, como personas a las que se puede seguir sin temor a equivocarse, a un Papa que hizo del diálogo el eje de su pontificado; y a un obispo que anunciaba proféticamente que la única gloria que Dios pide, quiere y necesita "es que el pobre viva", es una noticia que, además de desafiarme, me llena de alegría.

También lo hace que el domingo 21 la Iglesia Católica haya recordado, en la celebración del Domund, que todos debemos ser misioneros, aquí en Cádiz o en cualquier rincón del mundo, y que para ello debemos dejarnos renovar por el Espíritu para hacer un mundo nuevo y mejor. "Señor, ayúdame a cambiar para cambiar el mundo", dice la oración que para ese día ha escrito Francisco. El que no esté conforme con el estado actual de la sociedad que se sienta enviado e invitado a participar en esa misión evangelizadora, es decir, anunciadora de la buena noticia de que, en Jesús, otro mundo es posible.

Finalmente, hay otro motivo, local esta vez, que me llena de alegría. El 29 de octubre se celebrará el 180 aniversario del día en que inició sus actividades educativas el Colegio San Felipe Neri. Fundado en 1838 por un grupo de gaditanos que creían en su ciudad y apostaban por ella, el Colegio inició un camino que todavía al día de hoy, y desde dos centros educativos, sigue acompañando a generaciones de gaditanos en la desafiante misión de ayudarles a crecer como personas y ciudadanos. ¡Felicidades, Cádiz, por ese aniversario! ¡Cuida siempre el tesoro que es la educación de tus hijos e hijas!