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El balcón

Ignacio / Martínez

Motín en el PP

EL PP está amotinado. Es un motín contra sí mismo en el que ha empezado a sonar artillería de campaña. Carmen Riolobos, senadora, portavoz popular en Castilla-La Mancha y persona de confianza de Cospedal ha dicho el Viernes Santo de viva voz y por escrito que quienes han perdido Andalucía y no han ganado nunca, se dedican a desestabilizar al PP. Traducido: que fue Arenas quien se empeñó en torpedear a Zoido y fuese Juanma Moreno el candidato y ha perdido, y que nunca ha ganado nada.

¿Les parece crudo? Pues hay más. Riolobos, por boca de ganso, ha repetido un mensaje de su jefa para el virrey andaluz del PP: "A escasos días de elecciones autonómicas y municipales, en un ejercicio supino de irresponsabilidad, esos perdedores desestabilizan filtrando a la prensa supuestas decisiones que sólo existen en sus cabezas". Interpretación urgente: la presidenta manchega está irritada por las informaciones de que Rajoy podría el martes darle a Arenas las riendas del partido.

Por la munición empleada, María Dolores de Cospedal, secretaria general del PP, presidenta de Castilla-La Mancha y enemiga mortal de Arenas, hace una declaración de guerra. Y utiliza un desarrollo del tradicional misil tierra-tierra: el misil tierra-arena. Un episodio más del desconcierto en el PP regional. Desde que hace tres años no consiguió la mayoría absoluta en Andalucía, los populares no se han encontrado a sí mismos. Su líder indiscutible durante más de 20 años sigue ejerciendo un protectorado que a algunos les resulta insoportable.

Ahora, su deseo de reubicarse ha desatado las hostilidades de la secretaria del PP, temerosa de que el martes le quiten su silla en Génova. No es el primer barullo interno tras el fracaso de hace dos semanas en las andaluzas. Antes, Esperanza Aguirre con el impudor que la caracteriza había descalificado a Moreno, por haber sido designado a dedo. Como ella, por cierto.

La derrota del PP tiene muchos padres. Pero el primero, Rajoy. Y no sólo por sus políticas: su aversión a las ruedas de prensa, su delirante comparecencia a través de una pantalla de plasma, sus cariñosos mensajes a Bárcenas cuando ya estaba en prisión, y las evidencias judiciales sobre maletines, sobresueldos y obras en negro, caja B o tesoreros multimillonarios con fortunas en Suiza, han mermado la credibilidad del presidente como una lluvia fina, que casi no se nota, pero cala.

Añadan que en la España inmediata no será posible la continuidad de una confederación española de derechas de todas clases. En ningún país de Europa, del Este o el Oeste, del Norte o del Sur, los ciudadanos de centro, de derechas y de extrema derecha votan a la misma opción política. Esa gran coalición formada por Aznar en los 90 ha tenido 20 años de vigencia, pero ha agotado su eficacia. El PP tiene que decidir qué es. Desgraciadamente no tiene un líder para semejante tarea. Y, presa de la ansiedad, está amotinado.

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