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Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Morancos

En Cataluña gustan mucho los Morancos, según un periodista de TV3 que imita a Rajoy y a Puigdemont

De vodevil. Felipe González ha dado en el clavo. Carles Puigdemont es un personaje de vodevil, risible, tragicómico, en todos esos casos con una capacidad increíble de superarse a sí mismo, con el agravante de que ha decidido elegir a toda Cataluña como escenario de su esperpento, de sus sombras de bohemia. Ha puesto en marcha el manual del martirologio, que tiene muchos seguidores. Se ha reencarnado en Olof Palme pidiendo por las calles de Bruselas por el final del franquismo, como si Puigdemont fuera Puig Antich, aunque su única relación con la muerte es que por su irresponsabilidad mandó a dos tercios de su gobierno a la cárcel el día de los Difuntos. Soñaban con ver llegar los tanques y llegó la ley aplicada por una juez que había tenido destinos en Orihuela, la cuna de Miguel Hernández, Manzanares, donde el toro cogió a Ignacio Sánchez Mejías, y Badalona, patria de crianza de Miguel Poveda.

La edición del sábado de La Vanguardia parecía un especial de Andalucía. En plena efervescencia catalana, además de la previa del Barça-Sevilla, venía una divertida columna de Quim Monzó sobre un asunto escolar de Fuengirola, un elogioso perfil de Conchita Bautista, la única española que ha participado en dos ediciones del festival de Eurovisión, agradecida en esas páginas al magisterio de Pepe Pinto y Adelita Domingo, maestra de tonadilleras. La entrevista de más enjundia se la hacía el diario barcelonés a Queco Novell, periodista que ha batido marcas de audiencia con sus imitaciones de Rajoy y Puigdemont en el programa Polònia, de TV3. En un momento dado, este reportero que sueña con la independencia "para dejar de pensar en patrias", dice defendiendo la universalidad del humor que "aquí (en Cataluña) gustan mucho los Morancos".

De Triana a Las Ramblas. Ese elogio a los hermanos Cadaval lo compartirá mi amigo Ramón Balmes. Periodista de La Vanguardia, lo conocí cuando cubrimos una de las expediciones a América con Miguel de la Quadra Salcedo. La Vanguardia Obrera, decía cada vez que subía a la cabina de fax del Guanahaní, nombre colombino del barco J. J. Sister. Fue en 1988, en plenos Juegos Olímpicos de Seúl. Volvimos a vernos un año después en Gibraltar, en el juicio contra Enrique Bolín, donde coincidimos con Arturo Pérez-Reverte de reportero. Me ha venido de pronto su humor fino, su agudeza y bondad con este hagiógrafo polaco de los Morancos.

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