Punto de vista

josé Ramón / del Río

Monaguillos

EN el colegio, ayudar a misa de monaguillo era un privilegio. Su iglesia era el Oratorio de San Felipe Neri, que regentaban los marianistas y en la que habían tenido lugar las sesiones de las Cortes de Cádiz que proclamaron la Constitución de 1812. En las fachadas exteriores placas de mármol recordaban a los diputados de ambos continentes que la elaboraron y, aunque entonces estábamos en una dictadura, a nadie se le ocurrió retirar las lápidas que ensalzaban la democracia. Como digo ayudar a misa, bajo el cuadro de la Inmaculada Concepción que pintara Murillo, teniendo a un lado la imagen de San Sebastián, cosido a flechazos y la de San Felipe Neri revestido de ornamentos sacerdotales, y al otro, los mármoles de la capilla del Sagrario, era un privilegio y no sólo por vestir la sotana roja, morada en cuaresma y azul celeste en la festividad de la Purísima, con el roquete y la esclavina, ribeteada de piel en las grandes ocasiones, sino también por poder acceder a la sacristía, donde en grandes cómodas se guardaban las casullas de cada tiempo eclesiástico. Confieso que no hice carrera de monaguillo porque sólo conseguí aprender en latín la primera respuesta al sacerdote, para después del "Introito…": "Ad Deum qui laetificat iuventutem meam".

El monaguillo, que tiene por patrón a San Tarsicio, lo ha puesto de moda el papa Francisco, aunque, antes, Benedicto XVI tenía de monaguillos a dos andaluces de Marbella. Todos hemos podido ver que cuando el Rey de España insistía en ceder el paso al Papa para entrar en una habitación éste se resistía y sólo pasó antes que él cuando, con sorna, le dijo al Rey :"Los monaguillos primero".

Las normas de urbanidad en la sociedad occidental exigen ceder el paso a las mujeres, ancianos y personas de más relevancia. Por ello S. M. insistía en no pasar por delante del Papa, pero no cayó en la cuenta de que en el mundo de la religión el último es el más importante y siempre va precedido de sus acompañantes. Nunca un sacerdote celebrante va delante de sus coadjutores. En Sevilla, que saben mucho de protocolo eclesial, el hermano mayor de la cofradía no va en el paso de misterio, sino en el de palio. La Iglesia es muy sabia y copia en esto a la naturaleza. Cuando los animales van en manada, nunca abre el cortejo el macho dominante; van por delante las hembras y machos de menos fuste. No critico al Rey por su insistencia en quererle ceder el paso al Pontífice, porque gracias a que España llevó nuestra lengua a las Américas pudo el papa Francisco, con cordialidad y buen humor, pero con firmeza, marcar las diferencias entre las cosas de los hombres y las cosas de Dios.

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