UNA vez que he dejado pasar los pestiños (sin echarles un tiento, lo juro), y antes de encontrarme con las torrijas, va siendo hora que le dedique un tiempo a otro placer, como es el caso de la política. Digo placer porque una vez que se ha probado es difícil abandonarla, y si no que se lo pregunten a Díaz, Alamillos, Gago o Moresco. Y hablando de Enrique, me imagino que después de transcurridos los primeros ocho meses de gestión se habrá dado cuanta de muchas cosas pero, sobre todo, que será misión imposible llevar a cabo en los próximos años su programa electoral. También será consciente de que para poner en marcha el cincuenta por ciento necesitará muchos más mandatos y, especialmente, pilas alcalinas y recargables.

Es esta la idea a la que he llegado una vez leídas las múltiples entrevistas de balance que le han efectuado los distintos medios de información locales. En ninguna ha vendido proyecto nuevo alguno. Eso está bien, es realista y por lo menos durante los años que ha formado parte de la Corporación ha aprendido a respetar al personal, que ya está un poco harto de los pelotazos sacados a golpe de chistera. Eso sí, en este camino tendrá que sacar las vergüenzas al equipo redactor del PGOU, que ha estado ¿trabajando? más de siete años, para retirarse sin haber concluido su misión, por lo que la ciudad está destrozada urbanísticamente hablando. Este papelón lo intenta el actual gobierno municipal solventar con la adjudicación de la redacción y puesta en marcha del plan a un nuevo equipo, a través de un concurso. Yo que tú, Enrique, exigiría en el contrato la cláusula de que sería obligatorio acabar la labor encomendada, en caso contrario a lasý mazmorras, que aquí otra cosa no tendremos pero prisiones por un tubo. Lo que no podemos es estar pagando de los bolsillos de los contribuyentes trabajos que no ven la luz. Viviremos malos tiempos para la lírica, como decía un grupo de la movida madrileña, ya que el actual gobierno tendrá que dedicarse principalmente a limpiar y sacar brillo al Ayuntamiento y las distintas empresas municipales (auténticos mastodontes sin finalidad alguna) antes de poder pensar en poner en marcha proyectos a corto plazo made in PP. De todas formas, si ocurre lo contrario, yo encantada, que no se diga que soy pesimista.

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