El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

HACE unos días, la cafetería-pub Milord cumplió 37 años. Hoy en día, y tal como está el 'patio', es todo un logro llegar a esa edad y con una salud estupenda. Pero, claro, para estar así hay que ir innovando e inventando para que el respetable no se aburra ni se canse de ir siempre al mismo sitio. Es por eso por lo que tanto Juan como Antonio organizan multitud de eventos, tales como charlas, conciertos, cursos de coctelería impartidos por el mismo Juan… Pero, por encima de todo eso, Milord sigue siendo el sitio de referencia para quedar a tomar un café con una amiga, un compañero de trabajo o simplemente para disfrutar del ambiente que allí se respira.

Durante mi primera juventud, es decir, los diecisiete y dieciocho años, todos los domingos por la tarde quedaba con mis amigas para tomar café en Milord. Era la única manera de que la odiosa tarde del domingo se nos hiciera más divertida y fácil de llevar. Nos podíamos llevar con un café toda la tarde, aunque en ocasiones -como nos daba un poco de apuro- también pedíamos una cocacola. Bueno, pues a pesar del 'abuso' que hacíamos, jamás le vimos un mal gesto ni una mala cara ni a Juan ni a Antonio, todo lo contrario, siempre tenían una palabra amable y una sonrisa cada vez que llegábamos y eso que éramos un poco su 'ruina' por el poco negocio que le hacíamos.

Recuerdo que una tarde estando allí con mi amiga Inma entró mi madre y me vio fumando (por entonces yo fumaba). El cigarro no me lo tragué de milagro, pero sí que me lo apagó en la taza que por suerte estaba vacía. Y con un "cuando llegues a casa, hablamos…" se fue de Milord. Por supuesto, no tuve narices de volver a mi casa durante un buen rato, hasta que se le pasara el enfado. Esta anécdota en eso se quedó, es algo de lo que siempre me acuerdo cuando entro por allí. Porque a pesar de los años transcurridos, sigo quedando en Milord porque tanto el café como sus mojitos tienen un sabor especial.

Juan y Antonio, os deseo de todo corazón que sigáis en vuestro empeño de darle una vida muy larga a la que es nuestra cafetería y en la que nos sentimos como si estuviéramos en casa. Gracias por leerme.

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