Con la venia

fERNANDO / SANTIAGO

Mijitas del freidor

EN mi casa se contaba siempre el día en el que Quiñones se vistió de picaor para asistir a una reunión de la revista Reader´s Deagest, donde trabajaba, al objeto de provocar su despido. Como mi tío Enrique era compañero de clase e íntimo amigo , Fernando pasaba mucho tiempo en la casa de mis abuelos como uno más de la familia. Yo comencé a tener relación con él más o menos a partir de 1975 ó 1976 con motivo de Alcances, ese maravilloso festival de cine y cultura que organizaba Quiñones ayudado por un grupo de entusiastas colaboradores, nada parecido al engendro actual. Publiqué algún que otro reportaje sobre el festival y empecé a tratarle tanto en Cádiz, donde me citaba en la terraza del Café Andalucía, como en Madrid, en su casa de Peña Grande, cerca de la Ciudad Universitaria. Leí su obra con interés y cultivé su amistad quizás no tanto como, ahora pienso, hubiera sido necesario. El caso es que no creo que haya nadie en el mundo que piense en Quiñones como un escritor chiclanero. Nació en esta localidad pero su vida y su obra tienen que ver con la ciudad de Cádiz. Juan Cantueso y Hortensia Romero son personajes tan gaditanos como Lola la Piconera. Sus relatos, sus novelas y la mayoría de sus artículos (las Mijitas) tenían que ver con su desaforado amor por todo lo gaditano. Recuerdo bien su apasionada defensa de la ciudad de Cádiz como único campus de la naciente universidad cuando yo defendía otro punto de vista y el tiempo le ha dado la razón a él y me la ha quitado a mí. Su rechazo de la nefasta torre del CENTI, su apelación a los gaditanos para que le dedicaran a lo que hoy se llama emprendimiento el notable esfuerzo que se dedica al carnaval, su pasión por limpiar La Caleta de plásticos. En definitiva, más de Cádiz que los cañones de las esquinas. Por azares del destino y el empeño personal de un concejal de cultura , ante la desidia de los responsables municipales de Cádiz, su legado terminó en Chiclana lo que permitió, a su vez, un empleo para Mauro, hijo de Fernando. La Fundación Quiñones ha estado estos años en Chiclana sin pena ni gloria, tan es así que la vida y la obra del escritor se han reivindicado gracias al entusiasmo de la Asociación de Amigos . Mariela Quiñones ha defendido, con razón, el traslado de parte del legado de su padre a la ciudad pero a lo que se ve es preferible mantener el status quo para no alterar la vida de nadie. A la concejala de Cádiz le importa Quiñones bien poco y en Chiclana todo seguirá como hasta ahora.

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