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Miércoles de torrija

Los devotos de la Cuaresma azucarada reivindicamosun septenario en el que cada día se haga un 'besadulce'

Siempre espero este día con muchas ganas. No por ponerme la ceniza en la frente, sino porque empieza la temporada de torrijas, que es una de las mejores cosas que tiene la Cuaresma.

Los que vivimos la Cuaresma agnóstica celebramos la llegada de estos días comiéndonos una buena torrija de miel, de esas bien mojaítas en leche, en las que la cuchara más que undirse en ella se acomoda como cuando en la película Kiss on my Kiwi Nani Stuart se acurrucaba en la almohada después de tomarse un vaso de leche ligeramtente oscurecida con Colacao.

Igual que existen los negacionistas yo reivindico la figura del cuaresmista agnóstico. Somos un grupo de individuos que somos devotos de la Cuaresma azucarada, que morimos con la cantidad de dulces buenos que hay en Cádiz durante estos 40 días de abstinencia abistelada. Reivindicamos que se prepare un septenario en el que cada día se haga un 'besadulce' que comenzaría por los rosquitos de Semana Santa de la confitería La Victoria de San Fernando, seguiría por los de Antonia Butrón de Chiclana, continuaría camino a los del horno de Fátima de Conil y haría cuarta jornada con el pan duro de La Exquisita de Vejer… la pastelería del mundo a la que mejor se le escogió el nombre.

Habría tiempo también para los borrachuelos de La Plata de Los Barrios, los gañotes de Ubrique y la solemne función principal estaría protagonizada por las sublimes torrijas de la panadería de Fernando Damián de Puerto Real. Yo me las como en el salón de mi casa y bailando a la vez con la marcha 'Rocío'… anímense a vivir la experiencia y verán que es incluso mejor que comerse un plato de menudo un domingo de agosto en la playa Victoria.

Los agnósticos cuaresmales celebramos el Domingo de Ramos con una primera levantá, la de la empanada de atún de Casa Hidalgo… que ese es nuestro incienso verdadero, el que huele a sofrito de tomate.

El Jueves Santo no es lo mismo sin un buen plato de arroz con leche y lo suyo es peregrinar hasta la Venta Esteban de Jerez para probar el que hacen allí los hermanos Ballesteros. El vienes hay que hacer un esfuerzo y subir las cuestas de Medina para no perderse la torrija que hacen en el restaurante El Duque y así prepararse para la resurrección que celebramos, no podía ser de otra forma, con ese regalo del cielo que es la berza de Resurrección que hacen en Chiclana y que lleva el mejor mecío de la Semana Santa, el del tocino entreverao en un plato de loza blanca… Ahí sí que resucito yo.

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