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la esquina

José Aguilar

Miércoles negro

SE esperaba/temía un viernes negro, con la foto del Rey presidiendo un Consejo de Ministros previa a un Consejo de Ministros ya sin el Rey y con las tijeras a punto. Se adelantó al miércoles porque Mariano Rajoy, esta vez sí, asumió por completo su papel de presidente portador de malas noticias y prometedor de sudor, lágrimas y esfuerzos. El mayor recorte de la democracia.

Rajoy mostró la valentía y el coraje de los que había abdicado en seis meses de escaramuzas inútiles y eufemismos fantasmales. Hay que reconocérselo, aunque no tanto como lo hicieron sus correligionarios porque el fervor dio lugar a un espectáculo penoso: los diputados del PP aplaudiendo con entusiasmo mientras su jefe anunciaba que va a reducir el subsidio a los parados, dejar a los funcionarios sin la paga extraordinaria de Navidad y subir el IVA a todo el que compre casi cualquier producto. Me recordó la misma bancada ovacionando a Aznar tras llevar al país a la guerra de Iraq. ¿Qué motivos tienen para aplaudir?

También fue, Rajoy, sincero al decir que ha rectificado todo su programa económico. Por una razón: no le quedaba margen ninguno para elegir, porque las circunstancias excepcionales le han obligado a adoptar medidas excepcionales. Lo fue menos al referirse a la pesada herencia recibida. Ninguna duda cabe de que la de Zapatero es la peor jamás dejada por un gobierno democrático, pero desde que gobierna Rajoy -con su varita mágica- los indicadores de confianza que tanto marcan la salud de nuestra economía han empeorado con pertinacia, desde la prima de riesgo que bate todos los récords conocidos hasta la Bolsa que los bate igualmente, pero hacia abajo. Los inversores y los mercados financieros desconfían más de nosotros ahora que antes.

En medio año Rajoy ha hecho lo que nunca iba a hacer. Dijo que no subiría los impuestos y ya ha subido el IRPF, el IBI y el IVA. Prometió no abaratar el despido y aprobó una reforma laboral que lo convierte en semigratuito. No iba a reducir el sueldo de los funcionarios y les ha quitado una paga extra y aumentado la jornada (por cierto, ¿perderán la extra los diputados y senadores? Ya están tardando unos y otros en anunciar que sí). Juró no recortar el desempleo y ayer lo recortó. Nunca jamás iba a haber copago, y ya está implantado para las medicinas. No sigo porque va a ser más fácil escribir el recuento de las cosas que anunció que no haría y no ha hecho que seguir enumerando las que ha terminado haciendo en contra de sus compromisos.

Por lo demás, Rubalcaba estuvo moderado en su réplica. Probablemente porque sabe que a Rajoy no le quedaba otra salida y que él en su lugar no hubiera actuado de manera muy distinta.

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