Mercadillos en la desescalada

Aunque el Gobierno aporte directrices, en cada ciudad hay peculiaridades que deben regular los ayuntamientos

Los mercadillos de la provincia de Cádiz, como el Piojito, podrían empezar a funcionar desde el lunes 18 de mayo. En la fase 1 de la desescalada se permite la instalación de mercadillos al aire libre. Las condiciones son difíciles de cumplir. Si bien es posible que las modifiquen, como hace este Gobierno con sus medidas, que va soltando cual palos de ciego. En teoría, sólo pueden instalar el 25% de los puestos y a bastante distancia: se establece que deben quedar unos enfrente de otros, separados por una vía de tránsito, con una distancia mínima entre ellos de seis metros y con una separación mínima de dos metros y medio entre los laterales.

Estas medidas serían provisionales. Afectarían a todos: al Piojito de los lunes en la barriada de la Paz y al Baratillo de los domingos en la Plaza. Y también a los mercadillos de Chiclana, El Puerto, Jerez, Conil y tantos municipios de la provincia donde se practica la venta ambulante. Como tantas normas, las han decidido en Madrid y no tienen en cuenta las circunstancias locales.

Es difícil saber lo que ocurrirá en el futuro, cuando ya exista vacuna o tratamiento fiable contra el coronavirus. Pero antes será rarísimo un Piojito con mascarillas, una cuarta parte de los puestos (¿cuáles sí y cuáles no?) y una María aquí y otra en la Cochinchina. Si fracasa, las consecuencias sociales pueden ser duras. En los próximos meses, algunos sectores se van a quedar devastados. Unos tienen más fuerza que otros (los mercadillos quizás tengan poca importancia económica para el PIB) a la hora de quejarse. Sin embargo, hay que respetarlos. Esos comerciantes son personas modestas, en su mayoría autónomos, que se desplazaban semanalmente por la Baja Andalucía. Corren el riesgo de seguir muchos meses sin trabajo, y en condiciones penosas.

Entre las peculiaridades de los mercadillos está la asistencia masiva de clientes. Es difícil ponerlos en filas para llegar de uno en uno. Tampoco les van a instalar mamparas. Se desarrollan al aire libre, donde hay menos riesgo. Y la aglomeración es como es. Lo saben hasta los carteristas.

Al organizar la desescalada, deben pensar en los afectados, sin dejar fuera a sectores que pertenecen al eslabón más débil. Aunque el Gobierno aporte directrices, en cada ciudad hay peculiaridades que deben regular los ayuntamientos. Kichi es muy de mercadillos. Yo también. Lo vi en 2015 en el Baratillo recogiendo firmas para presentarse.

El coronavirus puede precipitar el fin de la venta ambulante. En Cádiz no tienen seguro ni el sitio. Ahora se lo podrían cambiar.

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