La esquina del gordo

Paco Carrillo

Meditación sobre el Poder

Ala vista de lo que está liando en su Partido y en España, Sánchez "el ególatra" está evidenciando el odio eterno entre los políticos, hasta en los de la misma cuerda. Se está demostrado que a la mayoría no se le aprecia otro interés que el suyo particular. ¿Será esto cierto o es solo la alineación circunstancial de mediocres afanados en sus propios intereses? Para aclararlo y aclarármelo me ha dado por repasar las opiniones que los grandes pensadores han tenido sobre el Poder. Para no agobiar y para no caer en falsa erudición, me he quedado con una sola de las frases que aparecen en Internet referidas a este tema: "El poder político es simplemente el poder organizado de una clase para oprimir a otra". ¡Huy, qué pecado! Claro que tratándose de Carlos Marx, que fue el autor de dicha sentencia, tenemos bula, como todos los progresistas de izquierdas que jamás lo han leído. Ahí es nada, don Carlos Marx, padre junto con Engels del comunismo teórico. Del llevado a la práctica, mejor no hablar.

Cuando uno en su modestia cae en la funesta manía de pensar por sí mismo sin caer en la tentación de apoyarse en los grandes pensadores que nos han ido complicando la vida, se llega al escepticismo más que justificado y a una serie de preguntas que nadie aún ha respondido. ¿Qué habría pasado si a todos los que han detentado -y detentan- el Poder les hubiera dado por cambiar el dinero gastado en guerras -cruentas e incruentas-, lo hubieran invertirlo en regar los campos, en crear riqueza, escuelas, hospitales, investigación…? Sí, lo sé, pensar así es una prueba más de la demagogia que odian los que sólo les mueve sus intereses y su anhelo de Poder al precio que sea.

Pero eso era antes, ¿verdad Sánchez?, hoy no hay más que mirar en derredor para ver generosidad, altruismo, corazones llenos de bondad para que el Poder sea entronizado como único garante de la felicidad de la Humanidad, que es lo que tú buscas porque, ¡loado sean los dioses! has aprendido que los enfrentamientos y el odio no conduce nada más que a la destrucción, al sufrimiento, a la sangre, y quieres evitarlo a toda costa. Has desterrado la idea de que el odio es un sentimiento inducido por la vanidad de los que detentan el Poder, sea cual sea su credo e ideología, y por esto eres capaz de seguir sacrificándote como hasta ahora.

Has hecho recuento para saber qué periodo de la Historia ha transcurrido sin guerras -cruentas o incruentas- o el número de personas que se quedaron sin respuestas, que siguen sin respuestas pese a tus esfuerzos y que, por fin, puedan encontrarlas con tu recto concepto del Poder, ajeno de todo egoísmo personal, y porque sabes que ni en la ignorancia ni en las guerras fratricidas están las soluciones.

Menos mal que eres consciente de que, menos ahora, siempre ha habido cinismo y que este ha sido consecuencia de las tiranías de los soberbios, pero que en la plácida democracia que vivimos, gracias a ti y a los que alardean de pacifismo el despotismo iletrado ha desaparecido.

Todos sabemos que el Poder, Sánchez, no redime: delata.

Y eso es todo.

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