Yo te digo mi verdad

Medida de gracia

No ayudan los descentrados e interesados exabruptos calificando de "traición a España" el planteamiento del Ejecutivo

Ayuda mucho que hayan pasado unos días desde que Pedro Sánchez y todo su gobierno a continuación 'anunciaran' el indulto a los llamados presos del 'procés'. Me ayuda porque, en asuntos graves, es muy conveniente contar hasta diez (días, si puede ser) antes de expresar una opinión.

En el primer momento, el cuerpo, la mente, el alma y todos los demás elementos que nos forman se me rebelaron contra la idea de perdonar su delito a unos políticos que, llevados por un interés partidista en el mejor de los casos, pusieron a este país (o a este conjunto de países, me da igual) al borde de un gravísimo e irreparable enfrentamiento civil, que de hecho se ha producido en cierto grado. Pesó en esta indignación rebelde la comparación con los miles de personas encarceladas por crímenes mucho menos graves personal y socialmente, y a los que nunca se planteará indultar.

Pero luego me dio por pensar que mi reacción personal no importa mucho en un asunto de Estado, como es indudablemente este. Y que yo no soy gobierno. Y que este gobierno, todos los gobiernos, debe pensar, además de en los problemas concretos, en todas las muchas variables que tiene la convivencia en una nación (o conjunto de naciones, me da igual) tan grande, diversa, compleja e históricamente conflictiva como es España.

Y únicamente, pero también suficientemente, por ese ángulo de la búsqueda de una mejor convivencia entre españoles de Cataluña y de todo el Estado podría empezar a aceptarse la necesidad de un debate sereno sobre este asunto, y a comprender que el gobierno se plantee la medida de gracia. Me niego a ir por la senda de la negación de la serenidad y a permanecer en la primera indignación que recorrió mi estado de ánimo, porque eso no es bueno nunca para una sociedad ni para sus dirigentes, que deben conjugar los muchos y variados estados de ánimo que en ella viven. No ayudan los descentrados e interesados exabruptos calificando de "traición a España" el planteamiento del Ejecutivo.

Es inevitable, no obstante, el pesimismo por la actitud futura de la parte que seguramente será agraciada. No cabe esperar la misma generosidad de los independentistas, y sí una reacción que reclame el gesto como un triunfo para ellos, pero si eso se limitara a las mismas palabras de siempre, legítimas aunque equivocadas, mientras abandonan las criminales acciones unilaterales y anticonstitucionales, creo que la victoria real sería para todos los que apoyamos la convivencia.

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