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El Pinsapar

Enrique Montiel

Mayo, en Jerusalén

EL Patriarca latino de Jerusalén anunció a finales de diciembre de 2008 que el Papa Benedicto XVI acudirá en mayo de 2009 a Tierra Santa. Ignoro si, como hiciera Juan Pablo II, empezará su peregrinación en el monte Nebo, desde donde algunos días se ve el verdor de Jericó y en donde Yahvé mostró a Moisés la tierra prometida. Los detalles del viaje papal se desconocen pero la noticia de que se llegará hasta Jerusalén se ha hecho pública. Me alegra sobremanera esta información porque hace días que los judíos desencadenaron el infierno contra Gaza después de la ruptura unilateral de Hamás de la tregua con Israel.

Apoyada mi frente en uno de los sillares del Muro de las Lamentaciones pensé en el giro que tomaría la historia, Jerusalén y Tierra Santa, si el Obispo de Roma se tornara Obispo de Jerusalén y se llevara a la urbe del Dios único los dicasterios, el colegio cardenalicio y toda la vieja púrpura de Roma. Porque pocas ciudades hay en el mundo con infortunio más prolongado, sangre más extendida y odios más reconcentrados que la milenaria capital de los judíos, la ciudad del Templo que Jesús reconstruyó en tres días y que, lamentablemente, los judíos nunca podrán erigir de nuevo porque entonces se produciría de verdad el fin del mundo.

Benedicto XVI llegará a uno de los enclaves más telúricos de la tierra, puede que el de mayor presencia viva del Espíritu Santo. No sólo porque en su parte más pina fuera clavado el Hijo del Hombre en un madero, ni tampoco porque desde la roca que guarda la mezquita de Omar subiera al cielo el Profeta de los creyentes. Fundamentalmente porque Jerusalén es la ciudad del Dios único, la superación de la historia del politeísmo y las religiones antiguas. El alma del mundo se refleja en la ciudad murada que esperó al Mesías y que para muchos puede que sea el mismo Mesías hecho historia en piedra y tiempo.

Hamás rompió la tregua e Israel envió a su ejército para aplastar Gaza siguiendo la teoría de la manzana podrida y el cesto. La escenografía del odio y la muerte de inocentes ha vuelto de nuevo a la Tierra Prometida. En Gaza, en la Cisjordania, en las históricas Judea y Samaria, por Tiberiades y el Mar Muerto, en los desiertos de la purificación. En toda la Tierra Santa del Dios único suenan otra vez los tambores de guerra.

Como siempre, desde el principio de los tiempos. Por eso la noticia de la llegada del Hombre de Blanco, del Papa de la Cristiandad, del Obispo de Roma, es una buena noticia que no se puede ocultar. Será en mayo, si Dios quiere. Hoy, la Tierra Santa es una tierra mártir en donde no puede habitar la paz. Ojalá en mayo…

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