El otro día me apercibí, que verbo más fino, de que estaba chungo de politos y camisas de manga corta. Para colmo fui a ponerme mi prenda estrella del verano del 18, una camisa de color verde como de piedra con verdín de La Caleta y la muy puñetera… había encogido sobre todo por la zona de lo que es la musculatura abdominal… y es que ya los tejidos no son lo que eran.

En posición de deprimido por la situación y aún acostumbrándome a que no podría lucir la prenda en mis incursiones por los chiringuitos veraniegos a la hora en que florecen los espetos de sardinas y las caballas asás con piriñaca, me fui a una de las tiendas de moda para proveer mi fondo de armario… el fondo de puchero ese lo tengo siempre bien provisto.

Aquella tarde de sábado decidí varias cosas: que tenía que reducir mi dosis diaria de Cruzcampo, que tenía que echarle menos mayonesa a la ensaladilla, que tenía que ir a un gimnasio, para hacer el paripé y que tenía que comprarme una camisa, porque la verde como de piedra de verdín no se adecuaba ya a mi cuerpo serrano… bueno más que serrano, serranito bien despachao. La puñetera camisa cuando iba a abrocharme el botón a la altura del ombligo decía "not found" de una manera insultante y repetitiva… y eso que todavía no ha llegado el 5G de las camisas.

Recorrí unas cuantas tiendas esa tarde. Descarté una camisa de flores porque aquello parecía una ofrenda a nuestro señor Despojado, otra de rayitas porque era de las ceñiditas, "Slim Fit" le dicen ahora, y me hacía más bultos que la carretera que va para Alcalá del Valle. Por un momento quise que se pusieran de moda las túnicas que llevaba Demis Roussos que, además, te ponía fresquito el Don Simón, como decía El Masa en 'Cuatro Notas Musicales'.

La solución la vi en una tienda que le dicen 'Massimo Dutti'. Vi una camisa de lino, un material al que le tengo cierto cariño porque me recuerda a los manteles de los bares. Tenía la ventaja de que era color tierra… y en ese color no se notan las manchas de la salsa de las papas con carne. Se me acercó una muchama muy "Dutti" y le dije que si Massimo hacía aquella camisa de mi talla. La "Dutti" me miró de arriba a abajo, como la que te hace un examen de Selectividad en medio segundo y dijo así… como dejándolo caer. "…A todo el mundo no le quedan bien estas camisas". Yo creo que ella pensó que yo más que un hombre Mássimo Dutti era un hombre Máximo Barriguti. Deprimido abandoné el centro comercial. Me lo tengo bien merecido por no haber ido a Tinoco a comprarme las camisas.

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