Crónica personal

Pilar Cernuda

Mari Mar y las víctimas

MAITE Pagazaurtundúa ha capitaneado con mano izquierda y mucho coraje la Fundación Víctimas de Terrorismo durante los últimos siete años, y le ha llegado la hora del relevo. Una cuestión delicada, en las asociaciones de víctimas se ha vivido una situación complicada por acusaciones en las que incluso se llegó a pronunciar la palabra "corrupción" -muy distinta a las de "mala gestión"- y para desgracia de quienes han visto morir a uno de los suyos o han sido heridos en atentados de grupos terroristas, algunos personajes vinculados a las asociaciones, con un afán desmedido de protagonismo, han sembrado la confusión, la controversia y la desconfianza. 

Pagaza era el bálsamo en ese escenario a menudo controvertido, aunque no era la única que ponía sentido común en el debate que nunca debió producirse; otros nombres han trabajado sin descanso para que se reconociera el derecho de las víctimas al menos a ser escuchadas. Y llega ahora Mari Mar Blanco, miembro del Patronato de la Fundación, miembro del Foro Ermua y presidenta de la Fundación Miguel Ángel Blanco, el hombre secuestrado y asesinado vilmente por ETA en una acción terrorista tan cruel, tan cobarde, que en la lucha contra la banda hay un antes y un después  de Miguel Ángel Blanco.

El mundo de las víctimas necesita serenidad tras unos años de convulsión indeseada, y Mari Mar Blanco puede aportarla, como Maite, y como tantas otras mujeres y hombres  que han trabajado con firmeza para ayudar a quienes perdieron brutalmente a su gente más querida y también para que fueran reconocidas socialmente. Los españoles de cierta edad aún recuerdan aquellos funerales casi clandestinos en los que los familiares de las personas asesinadas eran recibidas con insultos, como recuerda que pasaron años antes de que las administraciones públicas mostraran sensibilidad hacia sus problemas.

Mari Mar está vinculada al PP pero es un  símbolo para todos los españoles que abominan de los terroristas. Trabaja en distintas instituciones desde  2000 y además conoce desde dentro las asociaciones, sabe cómo moverse entre los altos cargos y también en el escenario en el que a veces aparecen las indeseadas rivalidades entre algunas asociaciones, afortunadamente más apaciguadas desde que pasó a segundo plano quien  pretendía hacer política con la AVT.

Llega la hora de Mari Mar cuando las víctimas, todas, sin excepción, miran con recelo los avances políticos de ETA a través de Bildu y Amaiur, y llega cuando el ministro del Interior, que ha  tomado algunas decisiones que han herido profundamente a las víctimas, parece que ha dado marcha atrás al decir que de ninguna manera se va a dialogar con el brazo político de ETA y que estarán muy pendientes de  Bildu.

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