No es una prioridad. No está, desde luego, entre las primeras necesidades de esta ciudad. Pero si alguna vez se sacó pecho por la construcción de un nuevo estadio, no se puede pasar ahora por alto el nefasto funcionamiento de unos marcadores electrónicos que son herederos directos de una antigua y vergonzosa disputa política entre la Junta socialista y el gobierno municipal del PP. De aquellos sucios fangos vinieron los lodos de hoy. El nuevo Carranza -ese donde hay filtraciones cuando llueve, la visera no cubre a todos los espectadores y las palomas encuentran cálido cobijo ensuciando asientos y accesos- tiene ahora dos marcadores de urgencia que el ayuntamiento actual colocó retirando dos de las serviles pantallas callejeras. Y antes, mucho antes, un marcador electrónico quedó olvidado en la acera de fondo sur, porque lo daba la Junta, mientras se prometían unos modernos marcadores que nunca llegaron.

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