La esquina

josé / aguilar

Mal hecho y peor gestionado

EL gran sindicato socialista, UGT, ha dado alas a los enemigos del sindicalismo con su malversación de las subvenciones que recibe de la Junta de Andalucía en virtud de los acuerdos de concertación social, malversación que probablemente han practicado los otros firmantes de estos acuerdos (CCOO y CEA), sólo que éstos no han despedido durante esta crisis a ningún empleado que se haya vengado tirando de la manta.

Pero si está mal eso de utilizar el dinero destinado a la formación de los parados o la protección de las trabajadoras discriminadas a pagar cuchipandas de los sindicalistas, completar las nóminas de los liberados o, en general, los gastos de funcionamiento ordinario de la central sindical, peor está gestionar el escándalo como lo está gestionando la dirección de UGT. Lo primero la deteriora y perjudica, lo segundo daña gravemente su reputación como instrumento de defensa de los trabajadores.

¿Y cómo lo han gestionado hasta ahora? Pues en vez de con catarsis, reconocimiento del error y autodepuración -que pueden acabar con la carrera de los líderes del sindicato-, con exculpación, cortinas de humo y defensa numantina -que ponen en peligro la credibilidad del sindicato mismo-. La siglas de UGT están manchadas, pero sus dirigentes pretenden lavarlas con excusas y maniobras de distracción. El secretario regional, Francisco Fernández, atribuye los usos indebidos de fondos públicos a errores puntuales, un argumento que cada día que pasa y cada papel que sale a la luz se revela más inane. El secretario general, Cándido Méndez, desvía la atención: dice que es la Junta la que debe averiguar qué irregularidades concretas se han producido para que UGT devuelva el dinero mal usado, y santas pascuas. O sea, si nos descubren pagamos (y si no, seguimos cobrando ilegítimamente).

Bueno, siendo así, la Junta, que difícilmente podría alegar ignorancia sobre lo que se estaba haciendo con los fondos que maneja en nombre de los andaluces, está obligada a mirar con lupa los expedientes de concesión de ayudas a UGT y ser especialmente estricta con el sindicato hermano. A Susana Díaz le ha estallado el escándalo un instante después, como quien dice, de haberse comprometido solemnemente a tener tolerancia cero con la corrupción. Está, pues, emplazada.

Los miles de afiliados honrados de UGT, la mayoría, sufren una campaña de desprestigio feroz. Pero los máximos responsables de esa campaña los tienen dentro.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios