En tránsito

eduardo / jordá

Magos o Magas

NOS gusta crear polémicas artificiales que sólo sirven para camuflar los problemas de verdad y evitar que alguna vez podamos resolverlos. Y esto, imagino, es lo que está pasando estos días con la polémica por las cabalgatas alternativas, o multiculturales -o como queramos llamarlas-, que han montado algunos ayuntamientos en la órbita de Podemos. Lo de las Reinas Magas laicas de Valencia -las señoras Libertad, Igualdad y Fraternidad-, que han intentado restablecer una cabalgata republicana que sólo se celebró durante la Guerra Civil, en 1937, es una estupidez que no tiene nombre. Si lo que se quiere celebrar es una ceremonia republicana y laica, lo primero que hay que hacer es olvidarse de los Reyes Magos -que al fin y al cabo son una tradición cristiana y no tendrían ningún sentido sin ella- y pensar en otra clase de ceremonias. Por ejemplo, las que Robespierre organizaba en París, en los tiempos de la Revolución Francesa, para honrar a la Diosa Razón y al Ser Supremo, y en la que participaban mujeres con el gorro frigio y se leían poemas en honor de la Virtud y de la Filosofía. Es una opción, aunque dudo mucho que interese a los niños. Las palabras Razón y Filosofía provocan desmayos y quizá cosas aún peores. Y así nos va, por cierto.

Ahora bien, otra cosa es lo que ha pasado con las cabalgatas alternativas que en lo esencial conservan el mito fundacional de los Reyes Magos. Y ahí sí que nos escandalizamos por simples ganas de escandalizarse. Es cierto que vivimos en una época obsesionada por desnaturalizar todo lo que forme parte de una tradición, y en este sentido cuanto más se conozca el mito de los Reyes Magos de Oriente -uno de los mitos más hermosos de la historia de la humanidad-, mucho mejor para todos nosotros. Pero también es verdad que nos ponemos muy picajosos por ciertos cambios que quizá sólo demuestran mal gusto y muy poca imaginación, aparte de esa perniciosa obsesión por imponer los cánones de lo políticamente correcto en unas tradiciones que son intemporales y que de ningún modo pueden ajustarse a nuestra forma actual de ver las cosas. Pero así y todo, buscar motivos de enfrentamiento por unos cuantos cambios pueriles en las cabalgatas son ganas de marear. Lo único que cuenta es que los niños puedan disfrutar de un día feliz, con magos o con magas, con camellos o sin ellos. Y ojalá sea así.

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