El cierre del restaurante San Antonio de Cádiz, un establecimiento sin duda alguna singular al combinar en un mismo espacio cocina gaditana y china, una especie de fusión en amarillo, es una mala noticia para la gastronomía gaditana, porque son pocos los establecimientos que se atreven a apostar por la cocina casi histórica de su ciudad. Parece mentira que la cocina de las tradiciones, la "arqueotapatología" sea algo poco rentable, porque al igual que leemos libros de historia o vemos documentales sobre el pasado para comprender mejor el presente, disfrutar de platos ya casi desaparecidos nos vendría muy bien para entender nuestra cocina actual y también comprender, viendo muchos de estos platos que se hacían "sin ná", las situaciones que tuvieron que pasar nuestros abuelos y nuestros padres en la Posguerra.

En el restaurante San Antonio se podían probar platos como las panizas o los huevos de fraile, una manera de hacer "frituras" y hasta "un trampantojo" que dirían ahora los finos, de las papas aliñás con poco más que agua, harina de garbanzo (porque no había de la de trigo), sal y perejil…que yo no sé si entonces lo regalaban los fruteros. En la carta también estaba la poleá, otro milagro de la cocina "sin ná" o el "contenta marío" un plato que definía por si solo aquellos años en el que una sopa de pan se "embellecia" con un huevo cuajao y ya se convertía en plato de lujo capaz de hacer feliz al esposo.

La encargada de estos ejercicios de "arqueotapatología" en el restaurante San Antonio era la cocinera Iluminada Romero, la esposa de Antonio de María su gerente. Lumi, como se la conoce de forma más cercana, es una de las pocas cocineras que domina el receterio de la posguerra, de todos estos platos que se hacían "con ná" y un buen chorrito de imaginación, el único ingrediente que no se racionaba por entonces.

Lumi merecería un reconocimiento por haber recuperado esta cocina, por su esfuerzo y debería de animarse y escribir un libro con todos sus conocimientos, con las recetas que aprendió en su casa y también de lo que ha investigado luego. Sería muy bonito leer un libro con fórmulas como las "papas en escándalo" unas papas guisás, sin ná de ná, que se convertían en un escándalo porque simplemente entre el caldo flotaban unos trozos de pimiento y de tomate…una verdadera fiesta para lo que se comía en la época. La misma preparación, en El Puerto, también tenía un nombre poético, las papas "en columpio" porque los trozos de papas se columpiaban de un lado a otro del plato sopero entre tanto caldo para entretener a la boca.

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