Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Luis Enrique saca pecho

Por lo general con escasos papeles, en el corazón de todo español (más bien varón) hay un médico, un paellero y un entrenador de fútbol, en concreto un seleccionador nacional. Entre los Dr. House espontáneos los hay de variado pelaje: están los que te dan tajantes diagnósticos y tratamientos porque, dicen, han padecido en sus carnes o en otras cercanas todas las patologías; también los hay prescriptores de ibuprofundos, parapetamoles, dormazapanes o prosopopolios en grageas; los hay cenizos de manual. Los MBA (Master del Buen Arroz) del sábado campero ante su estimado público son de fregar lo justo y explicarte que lo que han guisado no tiene mérito ninguno... y puede que sea verdad, pero, en fin, aportan placer. Centrémonos en lo que toca ahora: somos todos seleccionadores nacionales.

O éramos, porque el vigente entrenador nos tiene descolocadísimos, y en particular nos ha dejado en flagrante fuera de juego a los más talluditos, que no conocemos a la mitad de su tropa... mientras que el chavalerío los controla al dedillo. Bien mirado, lo del asturiano es una apuesta estratégica bastante disruptiva: vaya el consejo de ancianos a añorar a su Cruyff y a sus glorias locales. Tan claro es el relevo y el correlativo orsay generacional instrumentado por el rarito, soberbiote y de natural panza arriba ex jugador del Sporting, Madrid y Barcelona, que bastantes personas de los alrededores de mi franja de edad han decidido no ver el Mundial de Qatar, y, aun siendo muchos, pocos confiesan que desean que pierda pronto la Roja -apelativo que les es repelente-. Quien esto escribe ha decidido volver a abrazar el ecumenismo nacional futbolero tras poner verde a Luis Enrique al menos una vez en semana desde hace ya meses. ¡Penitenciágite!

En su debut, España vapuleó a Costa Rica, aunque uno alberga serias dudas de que los futbolistas rivales no fueran en realidad una banda cimarrona de música popular, tan típica allá. Hoy nos enfrentamos a otra cosa, Alemania; una fiera herida tras su derrota con Japón. Ojalá y ganemos, y nos abracemos en red televisiva. Sucede que en el caso del algo bocazas y de pronto streamer y exhibicionista de su torso, Luis Enrique, están dándose todas las trazas de una nueva excusa para avivar esa bipolarización de corte politicón tan comodona y tan nuestra. Atención pregunta, ¿a quién gusta y disgusta más el míster', a la izquierda o a la derecha? Otra más: ¿va usted a acabar viendo de tapadillo el partido de hoy tras haber jurado y perjurado que a la banda del nerviosito la va a ver a las ocho de la tarde Rita la cantaora?

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