ser o no ser

José / Guerrero / 'Yuyu'

Llamada a la tregua

TRAS el partido ante el Villanovense, el técnico del Cádiz estalló. Les aseguro que no me gustaría estar en el pellejo del técnico del Cádiz en esta etapa, ya sea Jose González o el mismísimo Menotti. La exigencia de la grada está al límite. Justo como la paciencia del aficionado. El entrenador cadista ha pedido tranquilidad y algo menos de presión de la grada. El equipo y la afición están condenados a entenderse, pero es cierto que si desde la grada no se aprieta… esto se convierte en paraíso para algunos futbolistas que dirían, parafraseando al Julio César: "Vini, vidi, mangui" (Vine, vi, y mangué).

La paciencia y la serenidad deben encontrar siempre el equilibrio de un equipo en su comunión con la grada. En el fútbol actual hay dos formas de que la afición apoye a un equipo: Jugando bien y consiguiendo puntos o jugando mal y sumando los mismos puntos. En el primer caso no hay discusión, pero en el segundo caso empiezan a surgir voces discrepantes. Esto es lo que le está pasando al Cádiz, que está arriba pero se tiene la sensación de que, a poco que aparezca la más mínima caraja, esas posiciones de arriba se pueden diluir. Hace falta estar arriba, pero arriba del todo, para poder tener dos cartuchos que quemar de cara al ascenso. Si el entrenador y los jugadores cadistas están pidiendo una tregua, un poquito de "por favor", no voy yo a ser quien se lo niegue. En respeto al equipo y a los profesionales, sería interesante ver qué sucede si desaparecen los pitos de la grada ante el menor descontrol. Se supone que eso redundaría en una mayor tranquilidad de los jugadores y, en consecuencia, un mejor juego al desaparecer la presión. Pues adelante, vamos a intentarlo. De todas formas, todo medicamento tiene sus efectos secundarios. Si el objetivo que piden los protagonistas no da resultado y el Cádiz sigue ofreciendo dudas, los pitos y los nervios volverán, como las oscuras golondrinas de Bécquer, redoblados en intensidad.

Esta situación que se vive ahora no es culpa de Jose González ni de los actuales jugadores del equipo. Todo esto es la gota que ha colmado el vaso de varias temporadas criminales, de dejadez absoluta, de gestión nefasta. Y la afición empezó a decir "Basta ya". Ahora no se perdona la más mínima, se pita el más mínimo error. Porque los entrenadores y los jugadores se van, pero la afición y la Segunda B se queda. Como también se queda la tristeza del aficionado. El llanto del futbolista por un descenso dura hasta su fichaje por otro equipo, dos meses después, a lo sumo. El llanto y la rabia de una afición dura, por lo menos, una temporada completa. Por eso unos lloran y otros pitan.

Si se quiere tregua, vamos a pactarla. El Cádiz tiene hoy una magnífica oportunidad de dar un golpe de autoridad y presentarse en Carranza la semana que viene con la sonrisa en la cara. Pero si hoy se vuelve a ofrecer una imagen lamentable… a ver que pasa el domingo. Por mi parte hay tregua, pero el equipo tiene que trabajar para que sea duradera.

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