Alto y claro

José Antonio Carrizosa

jacarrizosa@grupojoly.com

Liderazgo

El liderazgo es consustancial a una sociedad libre y es la clave de arco de un sistema de libertades

Tenemos un problema de liderazgo y hasta que no lo resolvamos no vamos a tener una democracia fuerte y resolutiva. El liderazgo es consustancial a una sociedad libre y es la clave de arco de su gobernanza. Todo lo contrario que en un sistema autoritario, donde todo es impuesto y falso, incluido el carisma del que manda. Que se lo pregunten si no a los españoles que tuvieran oportunidad de conocer, aunque entonces fueran niños, el franquismo casposo y en descomposición de los años setenta y presenciaran luego, ya más mayorcitos, las dos primeras legislaturas de Felipe González, sin duda el líder más potente -Adolfo Suárez no compite por muchas razones- que ha alumbrado la democracia española.

Es ya un tópico decir que la pandemia nos ha colocado en la situación económica y social más grave desde la guerra civil y que la tenemos que afrontar con el peor Gobierno de la historia de la democracia. Y es correcto: cuesta trabajo encontrar en las últimas cuatro décadas mayores dosis de ineficacia e improvisación. Los datos del avance de coronavirus en España no nos han tocado en una tómbola. Pero mucha de esa falta de eficacia es fruto directo de una carencia absoluta de liderazgo. El problema es que esa situación no es privativa del Gobierno ni de los partidos que lo componen. Se traslada también a la oposición y, de forma muy acusada, a la principal de las fuerzas que la forman. Lo peor del momento que vivimos es que sin los actuales gobernantes parecen incapaces de embridar la profunda crisis que padecemos, nadie, salvo los muy partidarios, parece confiar en que con el PP en la Moncloa las cosas irían mucho mejor. Ni Pedro Sánchez ni Pablo Casado dan la talla como dirigentes capaces de ilusionar a un país que ya da muestras de estar exhausto.

En este caso también el viejo dicho de mal de muchos... consuelo de tontos. Si miramos a nuestro alrededor las cosas en Europa también están para preocuparse. Con Angela Merkel en retirada en Europa no hay líderes dignos de ese nombre y el continente cada vez cuenta menos en una geopolítica mundial que pasa cada vez más por el Pacífico y menos por el Atlántico. Y como guinda del pastel, en Washington el llamado líder del mundo libre cada día da más miedo y las posibilidades de reelección no abren precisamente esperanzas de que las cosas vayan a mejorar.

Así estamos. Necesitamos líderes capaces de suscitar consenso social para la tarea ciclópea de superar la crisis en la que nos hemos metido. Y para que esa crisis no acabe con la libertad.

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