Calle Ancha

José Ramón Del Río

Levante, levantito, levantera

UN amigo, que viene de lejos para veranear en Cádiz, me censuraba que en ninguna de mis colaboraciones en este "Diario" me hubiera referido al viento de levante. Será, me dijo, por no hacer a Cádiz mala propaganda. Me quedé preocupado con que nunca me hubiera referido a ese viento, que es una seña de identidad para Cádiz y no digo mala, porque sin levante estaríamos todos reumáticos y nuestro vestuario, en los armarios, llenos de verdín. Hoy, con el ordenador todo se sabe; así que pinche "levante" y resulta que en 13 ocasiones me había referido a el. Como ya voy por más de 600 colaboraciones el porcentaje es ínfimo, pero al menos sirvió de justificación.

Este verano ha sido especialmente duro. En realidad, sopló "solo" 20 días de 31, que no es un record, porque yo recuerdo otro mes de agosto en que fueron 28. (Si algún lector recuerda en qué año fue, le agradecería que me lo precisara). Representante de los chiringuitos de la playa dicen, que por su culpa, no volverán muchos veraneantes. Parece exagerado, salvo que se trate de la playa de Campo Soto, donde el levante desatado, se ha llevado volando la instalación. Se quejan de que la facturación ha descendido a la mitad, aunque esto, más que del viento, la culpa es, como decía el catalán, de tener un negocio al aire libre. Hablan de rachas de 80 Km. y este fin de semana pronostican que también estará desatado. Aunque aquí la fuerza del levante, más que en kilómetros, se mide con palabras: levante, normal, levantito, con su variante de levante en calma; levantera, que es cuando no se puede aguantar, y su versión invernal de "puñemoto", mezcla gaditana de levante con temporal de lluvia.

Casi todas las leyendas sobre el levante son falsas. Ni trajeron a los fenicios, ni se fueron por su culpa; ni si entra en viernes, no se va hasta el viernes siguiente; menos aún, que cuando salían los seminaristas de paseo, al día siguiente saltaba el levante, ya que los seminaristas salían todos los jueves y aunque sea un viento frecuente no sopla todas las semanas. No es cierto el dicho de que en Tarifa hay más locos que en ninguna parte, porque allí nace el levante. Otra imputación sin fundamento: el levante, para mí, donde se fabrica es en Medina Sidonia. De todas formas, los gaditanos amamos y odiamos el viento del Este. Lo mejor del levante es, cuando está en calma, porque es cuando más huele la dama de noche. Pemán le llamó "viento sabio, trotador de los mundos, largo, ardiente y arenoso, cimitarra de Dios" porque no solía decir palabrotas; Alfonso Aramburu, en su "Ciudad de Hércules", dedica un capítulo de su libro a este viento, que califica de "azote perpetuo de Cádiz". ¡Qué felicidad sentimos cuando cambia!

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