El declive de Cs se debe exclusivamente a que sus dirigentes tomaron decisiones equivocadas que decepcionaron a sus votantes. Primero Rivera y después Arrimadas renunciaron a algunos de los principios fundacionales del partido y, como suele ocurrir en esas circunstancias, se produjeron sucesivos fracasos electorales que han llevado a Cs a la irrelevancia. Les quedan algunos diputados, parlamentarios y concejales que se han convertido en objeto de deseo de PSOE y PP, dos partidos que han mostrado su peor cara: la de los carroñeros. Suena fuerte, pero es la imagen que se viene a la cabeza cuando se analiza la actitud de los equipos de Sánchez y Casado.

Presumieron hace años de un pacto antitransfuguismo que esgrimen cuando se lo salta el adversario, pero que incumplen cuando interesa captar nuevos adeptos a su causa. Estas semanas últimas hemos visto actitudes en ese sentido que son un escándalo: primero el PSOE promueve en Murcia y Castilla y León un acuerdo con Cs para presentar mociones de censura y quedarse con los gobiernos del PP. Cuando algunos de los parlamentarios de Cs se niegan a sumarse a esa historia, entre otras razones porque el PP les ofrece cargos en el gobierno a cambio de que no se sumen a la moción, los socialistas acusan de transfuguismo a los parlamentarios que no quisieron ser tránsfugas. Se les puede acusar de oportunistas por elegir a quien más les ofrece, pero de transfuguismo nada. Tampoco es muy ejemplar la actitud del PP, que se apresura a ofrecer prebendas en lugar de convencer a los posibles disidentes con que el PP es un partido de principios que cumple sus compromisos.

Socialistas, populares y naranjas han dejado de lado la ética y la estética. El espectáculo del secretario general del PP anunciando que su partido abría las puertas a la gente de Cs que quiera sumarse a sus filas es deplorable. Como lo es que utilice al ex secretario de Organización de Cs, al que de inmediato ofrecen un cargo para que articule la operación.

No queda tampoco bien parada la dirección de Cs, dispuesta a visualizar su giro al centro traicionando al PP, que le dio entrada en varios gobiernos regionales y municipales. Como tampoco queda bien parado el PSOE, pero eso ya venía de antes, cuando aseguró Sánchez que jamás pactaría con Podemos y ésa fue una de las razones por las que ganó las elecciones; tras incumplir su palabra pactó también con dos partidos con los que no debería hacerlo nadie: los independentistas de ERC y los que apoyaron a ETA y fundaron Bildu.

La mayoría de los políticos actuales no están en condiciones de dar lecciones de moralidad. Ni una lección.

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