Kichi rompe con Podemos y sus propias convicciones

El alcalde de Cádiz renunció ayer a sus principios al anunciar que se presentará, llegado el caso, a las municipales de 2023, la fecha de caducidad de la que tanto presumía. En realidad, José María González no quería seguir, como dijo siempre, porque la ostentación del poder y su enorme responsabilidad no le atraen en exceso. Pero, como también él mismo diría, los pitos de las ollas que dependen de su voluntad son muchos, y Kichi es consciente de que los anticapitalistas, con los ánimos por los suelos tras perder su pulso en el Parlamento frente a Unidas Podemos, necesitan un revulsivo.

La noticia pilló por sorpresa a la oposición y a los suyos, ya que su decisión, después de negar mil veces la posibilidad de seguir ni un sólo día más al final del presente mandato, iba en contra de su religión y quién sabe si de su tiempo. Pero Kichi se vio forzado a interrumpir su permiso de paternidad, justo ayer, para reaparecer ante los medios no por casualidad, sino porque sólo 24 horas antes la Mesa del Parlamento andaluz expulsó a Teresa Rodríguez de su grupo, Adelante Andalucía, al considerarla una tránsfuga, junto a ocho parlamentarios de su cuerda. Por eso, Kichi también dejó claro que seguirán adelante con un proyecto político que aún está por definirse.

A la histórica división de la izquierda más radical se une, además, que los índices de popularidad alrededor del alcalde nunca fueron tan bajos, ni había experimentado una contestación social tan importante como hasta ahora con polémicas como la del estadio Carranza. De esta suerte, y después de haber defendido la limitación de mandatos a un máximo de dos legislaturas como la mejor receta contra los vicios del poder, el líder de Adelante Cádiz ha decidido ir contra sus convicciones. De hecho, Kichi nunca se cansó de repetir, cada vez que alguien le sugirió la idea de continuar, que nadie es imprescindible y que en su formación había banquillo para encontrar a otros candidatos igual de válidos. Renegó tantas veces de la idea, que ya empezaba a perseguirle el estigma del pato cojo, el de un político sin chispa que dice adiós antes de tiempo, deseoso de soltar lastre. Hoy parece decidido a seguir en activo, visiblemente espoleado por la ruptura con Podemos, al que ahora acusa de convertirse en un partido más de la casta. Sólo queda ver si su decisión llega a tiempo o si ya es demasiado tarde.

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