manuel muñoz fossati

Kichi, un alcalde irrepetible

Seguramente incluso él mismo conoce que no ha logrado transformar Cádiz de acuerdo a los sueños que pudo tener

Si la política fuera como debería ser, es decir que los compromisos no fueran caducando según soplara el viento de los intereses y las ambiciones personales, no andaríamos ahora con elucubraciones sobre el futuro de Kichi, el alcalde antes llamado José María González. Este se comprometió a que su papel como primer edil no duraría más de dos legislaturas, y las palabras dichas solemnemente tendrían que servir para algo. Por ahí no debería haber polémica ni adivinanzas, ni gente presumiendo de que ellos ya sabían que él no se iba a presentar a un nuevo mandato: todos lo sabíamos ¿no? desde el primer día. Anteriormente también hubo muchos que alardearon de poder afirmar que iba a repetir su candidatura, así que…

Más duro de discernir es el motivo por el que el propio alcalde no quiere confirmar todavía lo que asegurara solemnemente en sus primeros años. Los que lo conocen dicen que en su propia naturaleza no está la de ser regidor, que se lo encontró por casualidad y que siempre le han molestado mucho las servidumbres del cargo, así que... Tal vez le pese también no haber sido capaz, por las razones que fuesen, de dejar en la ciudad un legado evidente más allá de su inigualable y reconocida bonhomía y la capacidad de caer bien en las distancias cortas, que le hacen superar el choque que en muchos provocaban sus discursos radicales en redes y comunicados, que terminaban pareciendo impostados. Por mucho vídeo recordatorio que se empeñaran sus enemigos en divulgar, nadie sensato era capaz de pensar que Kichi la próxima visita la fuera a hacer con dinamita.

Todo eso hace, sin duda, de José María González un alcalde irrepetible, en el sentido de que esos efectos tampoco se pueden 'repetir' ya en posteriores y eventuales mandatos.

Sólo él sabe cuánto hay de satisfacción íntima por su labor al frente de la ciudad, pero seguramente incluso él mismo conoce que no ha logrado transformar Cádiz de acuerdo a los sueños que pudo tener algún día, o siquiera de hacerla virar en esa dirección.

No sé, no sé, si yo fuera él (como cantaba en recordada copla de su comparsa) me pensaría mucho lo de continuar intentando enderezar en cualquier sentido el rumbo de un pueblo que a estas alturas tiene a la gente de 'la sociedad' dilucidando si la guayabera es una prenda adecuada para el verano o tiene una ideología determinada.

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